Opinión
Ver día anteriorSábado 9 de noviembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Cómo ganar sin perder en el intento
H

ubiera querido hablar de mi querida sub-17 pero desafortunadamente perdieron en el intento final.

En cambio mi equipo predilecto en beisbol desde hace 60 años, los Medias Rojas de Boston, ganaron de manera contundente la serie mundial de este año.

Como bien dice John Cassidy en el reciente New Yorker, el fanatismo deportivo es consecuencia del azar y de la biografía personal. Yo pasé una etapa decisiva de mi niñez en Boston. Mi padre en 1953 –a los seis años de edad– me llevó al primer partido de beis en el histórico Fenway Park. Desde entonces hasta 2004 sufrí parte de la maldición del Bambino sin que mi equipo pudiera ganar campeonatos. La maldición se rompió en 2004. En 2007 y ahora en 2013 volvieron a ganar la serie mundial.

Pero lo interesante es comparar las dos últimas temporadas antes de 2013. En 2011 un colapso increíble durante septiembre, el último mes de la campaña regular, impidió que mi equipo llegara a las semifinales. Lo que ocurrió fue que Terry Francona el gran manager que había llevado a los Medias Rojas a ganar dos series mundiales, perdió autoridad ante sus jugadores. Tres pitchers, dos históricos Beckett y Lester y uno recién adquirido Lackey encabezaron la rebelión que entre otras cosas consistió en meterse a la casa club cuando no pitcheaban a comer pollo rostizado, cerveza y divertirse con videojuegos en lugar de solidarizarse con sus compañeros viéndolos jugar y animándolos. En realidad todo lo aquí dicho me parece errores menores y hasta ridículos salvo el hecho que cuando el manager pierde el foco en el tema principal y se deprime, se desarticula el equipo.

Dicen que lo que perdió a Francona fue el uso sistemático de drogas para aliviar sus dolores en las rodillas y el efecto de su reciente divorcio en un matrimonio que había durado 30 años. El negó ambos aspectos pero no pudo negar que perdió en los últimos meses, autoridad sobre su equipo.

2012 fue todavía peor. Un equipo que había contratado a costosísimas figuras –el equipo estaba valuado en más de un billón de dólares– como Adrián González, Carl Crawford, John Lackey y Bobby Jencks hizo la que fue la peor contratación, el manager Bobby Valentine. Hombre mediocre, peleonero y excesivamente ególatra, desconfíaba hasta de su sombra, terminó peleándose con todos, salvo los muy poquitos que aceptaban incondicionalmente sus órdenes. Su desastre como manager y la desesperada decisión de deshacerse de cuatro jugadores estrellas pero costosísimos, entre los cuales Adrián, Beckett y Crawford probablemente sentaron las bases para el sorprendente resurgimiento en 2013. Lo decisivo fue la contratación del nuevo manager John Farrell.

¿Qué hizo? Tres cosas. Restableció la autoridad que como todo mundo sabe –salvo muchos políticos mexicanos– no te la da la jerarquía sino los demás, los que se supone que gobiernas. Se gana la autoridad con ética de trabajo, confiando en los demás, y jalando sin complejos, a los mejores.

Dos, buscó junto con el gerente general Ben Cherington a jugadores menos costosos, pero con antecedentes de saber trabajar en equipo. Definitivamente resultó con Napoli, Jonny Gomes y sobre todo el hawaiano Shane Victorino. Además con sus coaches formó un gran equipo de trabajo. Y tercero mantuvo una dirección firme, pero flexible. Alentó a los mejores jugadores para que se desempeñaran como líderes del grupo. Pedroia y sobre todo el Big Papi, David Ortiz, a quien tanto con su bat como con su inspiración se debe una parte importante del triunfo. Pero también fue firme en la disciplina del equipo y en las decisiones que tomaba.

Quizás hay lecciones que aprender de las últimas tres temporadas de los Medias Rojas. En el panorama nacional visualizó a varios Valentines y Franconas (última temporada con los Medias Rojas, porque después con los Indios de Cleveland se volvió a reivindicar). Empero me gustaría encontrar a varios Farrell.

gustavogordillo.blogspot.com/

Twitter: gusto47