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Me sentí como una chica que podía llegar a ser poderosa

Chrissie Wellington, la mujer que cambió el ironman; lo ganó 4 veces
 
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de octubre de 2013, p. a15

La inglesa Chrissie Wellington compitió por primera vez en el Mundial Ironman, sólo para probarse a sí misma que podía hacer un papel decente, pero le ocurrió lo que creía impensable: ganó.

Una prueba de locos, así califica esa forma de triatlón en la que el atleta lleva la resistencia física y mental a extremos de sadismo: debe nadar casi 4 kilómetros, recorrer 180 más en bicicleta y cumplir una ruta de maratón en un tiempo máximo de 17 horas.

En la cabeza de Wellington sólo retumbaba una vocecilla interior que le cuestionaba en cada zancada, brazada y pedaleo que ya había llegado al límite de la resistencia humana, pero peleaba contra ella misma y le reviraba a esa voz interna: ¡Ya cállate! No te voy a escuchar.

Y no la oyó en ninguna de las cuatro veces que conquistó el Mundial de Ironman en Kona, Hawai (2007, 2008, 2009 y 2011).

Wellington muestra una fotografía de cuando era niña en su natal Norfolk, Inglaterra. Lleva puesto un disfraz del personaje de historietas La Mujer Maravilla que mostraba orgullosa en aquel entonces. Hoy arruga la nariz al verla de nuevo. Es ridícula, comenta, pero pese al tono de vergüenza que le produce, encuentra en esa imagen la raíz de su vocación.

Siempre me sentí así, como una chica que podía llegar a ser muy poderosa, dice ruborizada esta mujer de 36 años con músculos pequeños pero muy recios.

Después de mucho entrenamiento llegó el momento de las hazañas, aunque ella no tuviera jamás en mente conseguirlas. Ganó un mundial amateur y de ahí su serie de Ironman en Kona.

Ese deseo de sentir el poder circulando por el cuerpo e instalado en su mente fue lo que la impulsó a probarse en competencias, en las que no buscaba una victoria sino la sensación de que podía hacerlo.

Foto
La atleta inglesa se inspiró en la Mujer MaravillaFoto María Luisa Severiano

Tuvo sus caídas, algunas no simbólicas, per muy reales, como mostró en otra imagen de una competencia en Colorado, donde terminó con las piernas sangrantes por las heridas. Dejé la mitad de mi cuerpo en Colorado, bromea ante la crudeza de las fotos.

Para el primer triatlón en el que compitió, en 2004, ni siquiera tenía una bicicleta propia. No sólo eso, era incapaz de controlar los frenos y las velocidades del artefacto.

“Como atleta tengo muchas contradicciones, pero me ha ayudado que desde que decidí ser profesional sólo he tenido en mente ser cada vez mejor. Claro, cualquiera puede nadar, andar en bici y correr, pero lo que hace la diferencia es toda la especialización que viene con el entrenamiento exhaustivo, las terapias, la nutrición, y el atrevimiento”, señala.

Esa urgencia por saberse poderosa, cuenta, también quiere que otras mujeres y niñas la experimenten. Por eso trabaja para el gobierno británico en un proyecto con ese objetivo. Una preocupación que también ha buscado se extienda al mundo del deporte.

“Con otra deportistas hemos reunido 96 mil firmas para que el Tour de Francia sea más equitativo para las mujeres, porque no compiten en igualdad de circunstancias con los hombres y los premios son menores”, precisa.

Cuando repasa toda su trayectoria vuelve en sus recuerdos a esa foto de infancia, en la que está vestida como personaje de cómic de los 80. La recuerda y se ríe, parece que le da rubor ser una atleta fuerte de 36 años, con un récord mundial de Ironman, que suspiraba vestida de la Mujer Maravilla.