Opinión
Ver día anteriorLunes 28 de octubre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
Se hace camino al torear
P

aco Camino cuyo toreo que fue infinitud arraigada en lo andaluz, giraba al compás de La Giralda de testigo y el oleaje del río Guadalquivir de fondo musical. Toreo que fue una manera de ser y un carácter que fue algo más que el cante, el baile o el mismo toreo. Sentir y encarar el espíritu fatalista en canto ritmado de puñales corta aire, pellizco trágico de la vida torera. Señorío de los que han sido grandes en el arte de lidiar reses bravas.

Que bien entendió Paco la poesía del otro poeta universal andaluz que se volvió castellano y que se llamó Antonio Machado, poeta que al igual que Paco Camino tuvo una concepción del tiempo similar a la de los grandes pensadores del siglo pasado:

Caminante son tus huellas
el camino y nada más
caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda
que nunca se ha de volver a pisar
caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

El toreo de Paco Camino fue un decir de sí mismo, desprejuiciado decir de andaluz, herido, de eso, de duende.

Toreo en el que nada se aprende, se olvida todo saber, para ser el que es. Torear que brota de la tierra entre sueños y cubre la desolación y el hambre negra entre copas de aguardiente.

Eso que no vimos en la tarde de ayer en que toros de Barralva con su jiribilla, engordados, y dificultades varias resistían una varita y presentaban un quehacer arrítmico que les impedía a los toreros encontrarle el ritmo a los toros. ¡Que no puede ser! Para colmo, dos toritos de regalo y cuatro horas de corrida y a pesar de una tanda de naturales chipén de Arturo Saldívar que sigue con paso firme su carrera torera, salí de la plaza congelado y en espera, espera de lo inesperado.

El señorío y la torería fue la de Paco Camino que rehusó dar la vuelta al ruedo que le tenían preparada y simplemente saludó desde el tercio de la plaza. En el recuerdo Navideño y esas tardes queretanas y los infaltables berrendos de Cuatro Caminos.