Oda al deporte
n los últimos días, el deporte –especialmente el futbol– a los mexicanos nos ha dado diversos sinsabores. En ocasiones cuesta identificar razones contundentes de su utilidad. Las manifestaciones expresadas en Brasil, en contra del gasto excesivo en las instalaciones deportivas (la Copa del Mundo de futbol 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016), en lugar de atender las necesidades básicas de la población, son un claro ejemplo. Sin embargo, el problema no reside en el deporte, sino en la manera en que gobernantes y países lo utilizan en su propio beneficio.
En casi todos los países del mundo el deporte se utilizó o utiliza para distraer poblaciones de los problemas políticos, para fomentar nacionalismos de raíces francamente cuestionables y hasta para promover sectarismos y racismos. Sin embargo, el deporte tiene un potencial para contribuir en mucho más. Diversos organismos empiezan a sacar provecho de ese potencial, sobre todo con fines de desarrollo social. La Unesco, por ejemplo, ha comenzado a recurrir al deporte en la promoción de principios cívicos y democráticos. La ONU lo utiliza como herramienta para la reconciliación humanitaria y social, y con el Comité Olímpico Internacional desarrolló una lista de recomendaciones para acciones futuras con ese fin.
Medio de expresión
El deporte, como el arte, es un medio de expresión mediante el cual las personas dialogan y atrae masivamente a aficionados del más diverso tipo. Los ratings de los eventos deportivos son los más altos a escala internacional. El deporte tiene la capacidad de comunicar sin palabras o, por decirlo de otra manera, en su propio lenguaje. Lo positivo del deporte es que todos podemos ser parte de él. Es de los pocos medios que permiten dialogar sin que cuenten edades, religiones, razas o sexos.
En el deporte no reside el problema, sino en la forma que lo practicamos. Nuestro país es pésimo ejemplo. Encontramos desde críticos de sofá que emiten juicios deportivos aunque nunca han movido un dedo, hasta entrenadores que promueven las trampas como medios para ganar.
Entendido el deporte desde la óptica educativa es fácil comprender que por sí solo no puede cambiar sociedades, pero tiene la capacidad de respaldar valores morales sobre justicia, equidad y competitividad verdadera que tanta falta nos hacen.