|
|||||
FOTO: Marcela Villa
Rosario Cobo
Fecha: 29 de septiembre de 2013. Llegamos cientos de personas al Monumento a la Madre. Una enorme cabeza colorida de Quetzalcóatl indicaba el punto de reunión. Nos convocó la Campaña Nacional Sin Maíz no hay País y el Carnaval del Maíz para defender la cultura campesina, hacer efectivo el derecho a la alimentación e impedir las siembras comerciales de transgénicos que contaminan nuestras semillas y amenazan privatizar la vida. La fiesta empezó con una narración a muchas voces alertando: “el tiempo se acaba… ahora es cuando”, mientras en el centro de la plaza varios jóvenes desplegaban en círculos cientos de metros de telas multicolores representando el paso de tiempo con un reloj imaginario y los ciclos de la milpa. Atrás se escuchaba: “Porque sembrar maíz y hacer milpa son dos cosas distintas: el maíz es una planta, y la milpa, un modo de vida”. Luego entraron bailando los huehues del Carnaval de Tlaxcala con sus espectaculares ropajes: capas, penachos de preciosas plumas y máscaras. En el siglo XVI, su danza satirizaba a los conquistadores. Hoy la bailamos para burlamos de las grandes compañías trasnacionales que quieren privatizar nuestras semillas y del gobierno que entrega nuestra soberanía nacional. ¡Hoy es nuestra fiesta!
Jóvenes de la Campaña y del Carnaval leyeron el pronunciamiento de la celebración, acompañados por doña Amalia, campesina de Xochimilco; Abelardo, joven contador de Milpa Alta que disfruta trabajar la tierra con su familia; Alejandro Cruz coordinador del Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (CONOC); una joven del Movimiento Urbano Popular (MUP) que coreaba la consigna ¡Si Zapata viviera, en esta lucha estuviera! También participaron académicos y delegados de otros colectivos. Enseguida marchamos al Monumento a la Revolución guiados por un largo dragón con cabeza de Quetzalcóatl, coreando “No a la privatización de la educación, de las semillas, del petróleo… No al gobierno que privatiza el país”. Allá nos esperaban los maestros, y el colectivo Comida no Bombas, que repartió sabrosos guisos. Luego se armó el bailongo al calor del son cubano del grupo Toque Bullanga. Algunos compartieron alimentos y pulque orgánico sólo para “los versadores”, y no tardaron en apuntarse maestros de Chiapas y Oaxaca, poetas improvisados por la magia de un pulque. Ya pardeaba la tarde cuando un viejo trovador morelense entonó unos cantos, y luego el ballet de la Ollin conmovió al público con el huapango de Moncayo. Al final la lluvia interrumpió los acordes musicales de un flautista y tuvimos que dispersarnos. Así terminó la fiesta, en una plaza mojada y con ánimos renovados para seguir luchando por un país donde quepamos todos.
|