Hoy, el segundo concierto de la Caravana del Rock and Roll
En nostálgica noche dedican show al recién fallecido Johnny Laboriel
Domingo 13 de octubre de 2013, p. 9
La Caravana del Rock and Roll, proyecto que presenta de forma itinerante en concierto a los solistas y grupos que hicieron época en México, sobre todo en los sesenta y setenta del siglo pasado, llegó con toda su fuerza, vigencia y rebeldía juvenil al Auditorio Nacional, la noche del pasado viernes, en la primera de dos nostálgicas presentaciones. Hoy domingo será la segunda, a las 18 horas.
Apenas unos claros se distinguían en el interior del Auditorio. La mayoría del público era de adultos, que asistieron en pareja. Iban a revivir los días de secundaria, de copetes envaselinados con Glostora, producto con el que brillaba el pelo y quedaba firme, muy a lo James Dean. Algunos iban apoyados en bastones, otros en sillas de ruedas, pero la música de sus ayeres era un imán, y ahí estaban, raudos y prestos.
Se apagaron las luces y en las pantallas se proyectaron imágenes, una semblanza, de Johnny Laboriel, quien falleció el pasado 18 de septiembre. A él se dedicó el concierto. Un aplauso fue el tributo al cantante que inmortalizó Siluetas en México y la rola que hoy debe estar cantando en el más allá: Rock del angelito. Desde hace tres años, La Caravana del Rock and Roll llegó al Auditorio Nacional y ya es esperada por un público que en los años 60 vivió un ritmo que marcó su vida. Por eso, cuando entraron en escena Los Hitter’s la conexión fue a la velocidad de la luz. Las manos se estrecharon y los recuerdos comunes se encendieron. Para comenzar una quemazón sólo hace falta un chispazo. Los Hitter’s traían una antorcha y se reventaron sus trancazos radiales, como Hanky Panky, Un hombre respetable y Ahora estoy solo, con el sonido del bajo, inconfundible, para sentirse bien pesados, densos.
Los Rockin Devil’s no se quisieron quedar atrás y pusieron a mover el esqueleto con Bule bule, esa que el coto completa con panza de hule; El perro lanudo y La chica yeyé.
Tocó el turno a Alberto Vázquez, quien interpretó sus dolorosas Al modo mío, que es una variante de A mí manera, y El pecador, confesión de amor que las abuelitas asistentes corearon cual si estuvieran en una iglesia.
La cabalgata de La caravana se aceleró al máximo cuando entraron ¡Los Hermanos Carrión!, que crearon una atmósfera romántica con Creo estar soñando. En los pasillos, al calor de la rola, unas parejas bailaron abrazadas, mostrando un amor que ha trascendido barreras temporales. Se escucharon éxitos como Se fue, Magia blanca y Las cerezas.
Leo Dan, engalanó la velada con sus híper famosas Te he prometido y Cómo te extraño, mi amor. Siguió con Por un caminito y cerró con Mary es mi amor.
Los Hooligans siguieron con Adiós a Jamaica, que resume sus 52 años de carrera. Dedicaron Despeinada a todas las presentes. Puros suspiros con Al final y armaron un tíbiri con Agujetas de color de rosa.
Entró la auténtica Novia de México, Angélica María, nacida en 1944 y que se conserva súper guapa. Recibió silbidos y piropos por toneladas, sobre todo cuando canto con su estilo de suspiros Díle adiós y El fortachón.
Los Teen Tops se lucieron con el Rock de la cárcel, Quiero ser libre y Anoche no dormí. Dedicaron a las presentes Presumida y cerraron cañón con Popotitos y La plaga.
Faltaba Roberto Jordán, quien se arrancó con Rosa marchita, Palabras; de Juanga (Roberto fue uno de los primeros en grabar al Divo de Juárez) No se ha dado cuenta. No cantó Amor de estudiante, porque el público no pidió encore, pues ya tenía prisa por irse. Esa fue otra caravana.