Rencuentros con la realidad
Damnificados, 1998. Óleo sobre papel |
El pintor otomí José Luis Romo Martín (Chilcuautla, Hidalgo, 1954), egresado de la Escuela de Pintura y Grabado de La Esmeralda, ocupa un lugar significativo en la plástica mexicana contemporánea. La crítica Teresa del Conde identifica vasos comunicantes con Gunther Gerzso (de quien fue asistente), Frida Kahlo, Francisco Toledo, Emilio Ortiz y Enrique Guzmán. Ello da una idea del registro “nacional” de su trabajo. “Sus símbolos son sencillos, fácilmente descifrables, provistos en ocasiones de un cierto dramatismo que resulta de su obsesión por el tajo, la sangre, los objetos punzo-cortantes, las grietas y los órganos genitales que asumen a veces funciones vegetales”, escribe Del Conde en el volumen trilingüe (castellano, inglés y ñahñú) José Luis Romo, pintor otomí (Consejo Estatal para Cultura y las Artes, Hidalgo, 2011), de donde provienen las ilustraciones de este número. Otro comentarista, Salomón Grimberg, destaca la realidad frecuentemente “descuartizada”, o desmembrada, en los lienzos de Romo.
Miembro del selecto grupo de artistas de la Galería de Arte Mexicano, ha recibido respaldo y reconocimiento oficial desde su primera muestra (1975) en el auditorio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Ixmiquilpan, lo cual no le ha impedido mantenerse fiel a su compromiso creativo (“soy un pintor mexicano de origen indígena y mi pintura es nacionalista”). Activo maestro y promotor artístico en las comunidades otomíes hidalguenses. Según Lourdes Macluf, “con un manejo insuperable de las técnicas, su obra encierra un contenido emocional que nos sorprende y maravilla”.