Despilfarro olímpico
n septiembre de 2000, el Comité Olímpico Internacional expresó interés en desarrollar un instrumento de análisis capaz de precisar el impacto de los Juegos Olímpicos en las ciudades que le sirven de sede. El trabajo para medir ese impacto en los Juegos Olímpicos (Oggi por sus siglas en inglés) fue emprendido por la Academia Internacional de Ciencias y Técnicas del Deporte (Aists por sus siglas en francés). El objetivo central del Comité Olímpico fue el de preservar y ensanchar el legado olímpico, pero están lejos de lograrlo.
Los indicadores instrumentales cubren tres dimensiones: la dimensión económica, la social y la ambiental. Los objetivos evaluatorios se dividen en dos partes; una está directamente relacionada con los juegos, es decir, con instalaciones deportivas, villas olímpicas y centro de medios de información. La otra, se refiere a la infraestructura misma del evento, es decir, los caminos, carreteras, líneas de metro o cualquier necesidad de mejoramiento u ampliación de transportes dentro de la ciudad que auspiciará a los juegos.
Una de las peores crisis
Los estatutos del Comité Olímpico Internacional, obligan a todas las ciudades con pretensión a ser sede de Juegos Olímpicos, a ser investigadas conforme a los lineamientos descritos. Las olimpiadas son extremadamente costosas; las realizadas en Atenas (2004) facturaron a los contribuyentes 15 mil millones de dólares, la enorme suma de 7 por ciento del producto interno bruto del país. Hay quien señala que esos juegos fueron el inicio de la peor crisis económica de la historia griega. ¡Lo que podría hacerse hoy en Grecia con esos dineros!
La magnitud del gasto –acaso irresponsable– no es exclusivo de Grecia. China gastó 40 mil millones de dólares en la realización de los Juegos de Pekín; sólo en la construcción de instalaciones deportivas, como el famoso nido de pájaro
se erogaron 2 mil millones. Los juegos olímpicos se han convertido lamentablemente en una oportunidad de ostentar al mundo la capacidad política, económica y social del país sede en la búsqueda de una aceptación política mundial. Sochi (Rusia) se vuelve nuevo ejemplo de lo mismo, ahí se despilfarra para intentar convencer al mundo del renovado poderío ruso. Es alarmante que la única sustentabilidad que parece interesarles es la propia. El mismo Comité limita las posibilidades de desarrollo regional que el deporte podría representar.