El Tri, entre el fracaso y el cambio
Los cuatro grandes, sin fuerzas básicas
al vez lo mejor para el futbol mexicano sería que el Tri perdiera este viernes ante Panamá en el antes inexpugnable estadio Azteca. Sólo así las televisoras y grandes empresas que manejan los hilos del balompié cambiarían los defectos que se han venido acumulando durante tanto tiempo.
Cuando se inició el presente ciclo mundialista, la mayoría se frotaba las manos al considerar que se tenía a la mejor selección nacional de la historia. El optimismo se basaba en que nunca tantos elementos locales habían sido contratados en el futbol europeo. El problema para Chepo de la Torre –pensábamos con candidez– iba a ser cómo manejar un talento tan grande.
Lo que no se contempló fue que la mayoría de nuestros representantes pasarían más tiempo en la banca, o inclusive en la tribuna, y la indudable capacidad que tienen se va oxidando poco a poco. Así que cuando visten la playera verde apenas son capaces de dar pasecitos intrascendentes y poco a poco se van enredando en su propia desconfianza, que se refleja en este momento en la peor eliminatoria mundialista con partidos a ida y vuelta.
Y, cuando se quiere recurrir al balompié casero, resulta que la columna vertebral de los equipos es formada en Sudamérica. Para colmo, las escuadras en las que se basaba la selección nacional se están cayendo a pedazos.
Las Chivas y los Pumas sufren uno de sus peores torneos. Es penoso verlos en la parte baja de la tabla, apenas con un triunfo y míseros ocho puntos. En el caso del Guadalajara todos culpan a Jorge Vergara, quien necesitó meses para darse cuenta de lo que todos supieron desde el principio. Me sentí timado por Johan Cruyff
, admitió el magnate.
El caso de los auriazules parece más complejo. Es un fracaso, coinciden los Trejo, mientras los jugadores en voz del Pikolín defensa admiten que luego de los despidos de ex directiva y ex técnico ahora ellos son los siguientes en la lista. Pero antes de sacar algo, un relevo ya debe estar listo, pero estas Chivas y estos Pumas sólo alcanzan a formar equipos medianos y bancas endebles. En verdad no dan para más.
Guadalajara y la UNAM dejaron de llevar a cabo en fuerzas básicas todo lo que bien hacían, en esos remotos tiempos en que sus equipos eran protagonistas, se daban el lujo de vender jugadores, exportar a veces y nutrir a la selección.
América ganó el clásico nacional, ya clasificó, es superlíder y sigue rompiendo marcas, pero a nivel cantera su caso no es muy distinto que el de sus archirrivales. Las Águilas se basan en la táctica de un ex atlantista (Miguel Herrera), en la visión directiva de un ex necaxista (Ricardo Peláez) y en jugadores traídos de todos lados, ya que el único titular de sangre americanista es Raúl Jiménez.
Lo mismo sucede con el Cruz Azul, que marcha en un aceptable sexto lugar. Tan sólo los defensas Julio Domínguez y Jair Pereira son canteranos celestes, mientras La Noria funciona ya como una escuelita de futbol interesada más en el dinero que en la formación de sus integrantes.
En síntesis, ya no hay cantera rojiblanca, puma, americanista ni cementera, lo que debe preocupar seriamente, pues se trata, a pesar de todo, de los cuatro grandes de nuestro futbol.
Tuvieron que pasar 13 jornadas sin triunfo para que en el Atlas se animaran a despedir al técnico Omar Asad. Los rojinegros no pudieron invertir en la permanencia de Tomás Boy y ahora pagan las consecuencias: los Zorros son los únicos sin victoria en el certamen, pero para consuelo de todos en el tema del descenso ahí están los pobres Potros, sufriendo penurias en el paraíso de Cancún sin que a Alejandro Burillo le importe en lo más mínimo.