pesar de ser la capital de España y una de las metrópolis más grandes de Europa, Madrid vivía hasta hace unas semanas a expensas de una decisión del Comité Olímpico Internacional. Su sueño era celebrar los Juegos Olímpicos de 2020 y, según la versión oficial, aprovechar este acontecimiento deportivo internacional para iniciar la andadura de la recuperación económica. Se trataba, en definitiva, de recuperar la esperanza para un país y una ciudad que viven sumidos en los estragos de la crisis, la corrupción política y el abuso de la élite empresarial.

Pero el sueño se rompió a principios de septiembre, cuando Tokio resultó la elegida y Madrid fue eliminada en la primera ronda. A partir de ahí inició la búsqueda de explicaciones; que si el dopaje y la corrupción inundan al deporte español, que si las autoridades hicieron el ridículo al presentar la candidatura, sobre todo la alcaldesa, Ana Botella, que se convirtió en celebridad mundial por unos días por su discurso simplista y su pésimo inglés.

Si bien lo más grave del sueño olímpico de Madrid es que ahora la ciudad está sin guión. La mayoría de los proyectos que estaban en puerta para ser ejecutados, ahora están paralizados.

Las federaciones deportivas están en bancarrota. Y ni siquiera hay margen para un nuevo impulso de infraestructuras ante la monumental deuda que tiene el ayuntamiento, la más grande de España y la segunda más voluminosa de Europa, sólo superada por Berlín. En resumen, Madrid se quedó sin guión para el futuro.

Armando G. Tejeda, corresponsal