21 de septiembre de 2013     Número 72

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Perspectivas de la
comunicación indígena*


FOTO: Mario Martínez

Claudia Magallanes

(Conceptos vertidos en una conversación con Eugenio Bermejillo y editados por el propio Bermejillo)

Comunicación como derecho. Se ha avanzado mucho en las dos décadas recientes. La concepción y el ejercicio de la comunicación como un derecho fundamental de los pueblos indígenas han tenido un impacto importante que se está consolidando, porque cada vez más grupos ejercen ese derecho no sólo a estar informados, sino también a ser fuente de información para sí mismos y sus comunidades y para personas ajenas a su comunidad.

La diferencia es que cuando la comunicación se toma como derecho, se asume que no hay que pedir permiso para ejercerlo. Por ejemplo, para establecer una radio comunitaria hoy, ya no se ve como lo determinante la gestión frente al gobierno. Eso abre una dificultad sobre todo en materia de radiodifusión porque el espectro radioeléctrico es propiedad de la nación y administrado por el gobierno.

En el país no reconocen, ni dan una personalidad, a las comunidades reconociendo sus derechos y su necesidad de comunicación. Que las comunidades digan por usos y costumbres voy a poner una radio, está bien, porque ellos no están lucrando. A diferencia de lo que pasa con las concesiones de los grandes grupos radiofónicos de este país –que benefician a unas cuantas familias que mantienen el control de lo que escuchamos por los medios–, hay un uso para la comunidad.

Es importante que en la regulación y en la legislación en materia de telecomunicaciones, esté reconocida la comunicación comunitaria e indígena. La nueva ley de telecomunicaciones promete algunas modificaciones para contemplar la opción de la comunicación indígena; no sabemos qué pasará con las leyes reglamentarias. Pero ahí hay un punto de quiebre al reconocer la comunicación como derecho.

Panorama frente a una revolución tecnológica. No creo que los celulares y las redes sociales sean una panacea, ni que conlleven la promesa de una mejora absoluta. Son útiles, si son adoptados y adaptados a las necesidades, creencias y problemáticas de las comunidades. Y pueden ser utilizados para lograr esta conexión entre diferentes pueblos. En los años recienetes, en que se expandió la telefonía celular y el 3G, esto ofrece una posibilidad de interconexión mucho más rápida para sacar mensajes fuera de la comunidad, para llamar la atención, para pedir ayuda, para denunciar una injusticia o anunciar un logro.

El peso de la opinión pública, sociedad civil, nacional o internacional, puede tener algún efecto en algunas situaciones concretas, lo vimos con el zapatismo, lo hemos visto a lo largo de ya casi 20 años, con el Movimiento Sin Tierra de Brasil, con lo indígenas en Colombia, en Kenia y en Filipinas. Pudieron sacar su mensaje fuera de lo local, llaman rápido la atención.


"Mujeres con aroma de café", programa de Radio Nanhdiá
FOTO: Guadalupe Blanco, Nandilup

¿Cuáles son las condiciones para que esta tecnología logre estos objetivos? Tendría que ser utilizada atendiendo necesidades y problemas de las comunidades. Un problema común tiene que ver con tierra y territorio, con la defensa de los recursos naturales. También con una toma de conciencia sobre lo que los pueblos indígenas, con su cosmovisión, pueden aportar al mundo no indígena.

Muchas experiencias se hablan entre sí, ya se conocen, hay gente en Oaxaca que sabe qué hacen en Alaska, o en Chiapas, en comunicación con proyectos vecinos de Guatemala. Esa facilidad de intercambiar opiniones, puntos de vista, reclamos, es mirarse en el espejo del otro reconociéndonos mutuamente.

Ejemplos y condiciones donde los medios de comunicación son estratégicos en la vida de los pueblos indígenas. América Latina se ha convertido en el escenario de una batalla contra las empresas mineras, muchas están ubicándose en territorios de comunidades indígenas, sin importar los impactos ambientales, culturales y económicos. Desde las radios indígenas, desde proyectos de video, la gente está documentando la situación.

Los medios son determinantes en el derecho a la consulta libre e informada. En el Istmo de Tehuantepec, por ejemplo, arrancaron informando a la gente, diciendo qué implica, que es la energía eólica.

La lógica de las campañas en el Istmo era: entérate, toma una decisión informada. Es algo que tenía que haber sucedido de entrada. Pero es un derecho no ejercido, y no porque la población no quiera, sino porque no se les dan los elementos informativos para tomar una decisión.

Obstáculos para que los proyectos de comunicación indígena se desarrollen. Hay varios frentes, uno sigue siendo la cuestión legal, sobre todo para las radios; otro factor que siempre ha sido un reto constante pero no definitivo es el financiamiento. Los proyectos de comunicación indígena no cuentan con financiamiento institucional ni gubernamental, lo cual no permite tener un flujo de insumos para la operación y el funcionamiento asegurado. Eso implica producción en condiciones precarias, pero no la imposibilidad de la existencia, lo que pasa es que hay mucho trabajo voluntario, solidario. También hay muchas organizaciones y agencias nacionales e internacionales que apoyan este tipo de proyectos pero de alguna manera su continuidad está constantemente en riesgo por el factor económico.

Formatos orientaciones y estilos. El formato de música y saludos, que es el comercial, muchas veces es el que producen las radios indígenas. Este simple formato ya es un avance. Que puedas escuchar las 40 canciones más populares, pero en tu propia lengua, ya es un avance. Es un formato que atiende una necesidad de entretenimiento en su propia lengua. Está bien.

La comunicación indígena no debe ser encasillada en un tipo de comunicación, sino que debe obedecer a necesidades y por ende no puede ser de una sola forma.

Sí siento que hay una serie de elementos estereotípicos que se asumen. Por ejemplo: la comunicación indígena es la que habla de la danza tradicional, del ritual de la localidad. Mucha gente piensa que el video indígena debe ser documental, semietnográfico, que refleje sus tradiciones y cultura. Hay una especie de estereotipo: tiene que ser en lengua, tener un espacio para el cabildo, para la asamblea, y hablar de las propiedades de las hierbas medicinales, y sólo integrar música local. ¿Pero si una radio indígena quiere sacar las 40 principales en su propia lengua? Eso no está mal, no todas tienen cubrir sólo la fiesta patronal. No es el sentido de muchos de los comunicadores indígenas. Pero desde el mundo de fuera hay un imaginario romantizado de lo que es o debería ser la comunicación indígena, un cliché. Antoni Castells dice que la cultura indígena quedaría genuinamente normalizada cuando podamos ver una película pornográfica indígena.

Fui a una radio en Oaxaca y un grupo de niños tenía un segmento de la programación. Los adultos se quejaban de que los niños no eran serios en la radio, de que se la pasaban jugando y que contaban chistes. Decían “eso no era para la radio indígena”. Pero los niños son niños en el aire y fuera del aire, y cuentan cosas de niños. Incluso había una discusión sobre si el espacio de los niños era suficientemente comunitario para estar en la radio. Creo que los niños son parte de la comunidad y tienen que ser parte de la radio comunitaria, auténticamente comunitaria.

La comunicación indígena no tiene que ser de una forma, puede ser de muchas formas, en el sentido en que obedezca a las necesidades de las comunidades y de los pueblos indígenas. Ahí hay un reto importante dentro de las comunidades y de quienes apoyamos a la comunicación indígena, de no caer en estereotipos y encasillar a la comunicación como algo que tiene una forma específica de verse y escucharse.

Músculo ciudadano

Élfego Riveros Radio Teocelo [email protected]

"La radio comunitaria tiene que ser útil, debe ser alegre, pero sobre todo está llamada a quitar vendas de los ojos para que pasen cosas buenas en bien de la gente”.

Esa es la propuesta principal que ponemos sobre la mesa cada vez que abrimos un nuevo curso de locutores en la XEYT Radio Teocelo, emisora que opera desde hace 48 años, en medio de fincas de café, palos de naranja y matas de plátano, en la zona centro de Veracruz.

La capacitación y formación de nuevos comunicadores populares pasa por varios filtros, pues queremos asegurarnos que entren a colaborar a la radiodifusora los mejores miembros de la comunidad, con vocación de servicio, que ayuden a parir palabras entre la gente más necesitada y agraviada por empresas, partidos y gobiernos, para que se expresen libremente sin miedo ni pena.


FOTO: Radio Teocelo

A veces llegan de visita estudiantes universitarios y debatimos amistosamente con ellos acerca de las limitaciones que hay en la mayoría de los planes de estudio de escuelas y facultades, donde prevalecen las teorías hipodérmicas de la comunicación, que pregonan que bastaría contar con un medio propio para “inyectar” contenidos a la audiencia para que se haga la revolución…

Por eso, los aspirantes a ser parte del equipo de Radio Teocelo deben acreditar un año de capacitación y formación, que se reparte en sesiones semanales de tres a cuatro horas, en las que se van alternando la teoría y práctica de la locución radiofónica con una formación social y humana que haga equilibrio con el dominio de los equipos, la apropiación de las nuevas tecnologías y el uso de las redes sociales.

En ocasiones se inscriben hasta 40 o más principiantes en esos cursos de capacitación, pero al final de las 53 sesiones semanales sólo llegan a ingresar 10 o 12 nuevas compañeras y compañeros, ya que a la mitad del curso también se les pide un tiempo de colaboración, para medir su puntualidad, responsabilidad, compromiso, disciplina, congruencia e integración al demás colectivo de la radio.

Se les enseña que la radio es un espacio público de negociación, donde se triangulan los gustos e intereses de los oyentes, los locutores y la filosofía del propio medio de comunicación, cuya principal naturaleza es su masividad.

Les explicamos además que el locutor de una radio comunitaria no debe hablar con un lenguaje rebuscado, como para que vean que sabe mucho, sino de la manera más sencilla posible para que le entiendan; eso sí, les inculcamos el hábito por la lectura y aplicar el método de ver-pensar-actuar, y les recordamos que mientras un maestro se prepara todos los días para entrar en comunicación con 30 o 40 alumnos y un párroco hace lo mismo para dirigirse a cien o 200 feligreses, el comunicador tiene que hacerlo para llegar simultáneamente a miles o millones de oyentes con muy diferentes gustos e intereses.

En su etapa de formación social y humana, los aspirantes deben salir a las comunidades donde llega la señal de la emisora, para conocer a las personas y sus pueblos; tomar nota de cuáles son sus costumbres y necesidades, sus logros y sus sueños, cómo viven, en qué trabajan, qué música y qué contenidos les gustaría oír por la radio.

En ese proceso, las y los futuros comunicadores van comprendiendo que su labor no es tanto la de hablar y pretender ser estrellas del micrófono, sino la de escuchar con atención y sensibilidad a la gente para lograr la empatía a la hora de salir al aire.

Al mismo tiempo, van entendiendo la diferencia que hay entre la misión de una radio comunitaria y los demás medios electrónicos –públicos y privados–, llegando a la conclusión de que nuestras emisoras están orientadas a desarrollar “músculo ciudadano” para que la gente tenga información y poder.

Aspectos sustanciales de la objetividad, el pluralismo, la independencia y el respeto en el uso y administración del uso de la frecuencia deben asumirse como mandamientos o declaración de principios de estos singulares militantes de los medios comunitarios, pero sin dogmas de ninguna naturaleza.

La radio comunitaria en nuestro país, entonces, puede ser también un espacio de realización personal, con servicio a la sociedad y empleo digno.

Hace falta, sin embargo, que las universidades públicas y privadas de nuestro país dejen de ver a los medios comunitarios como marginales, para que los futuros profesionistas de la comunicación y el periodismo descubran su gran potencial educativo y la dimensión y alcance de su incidencia social y cultural.

Desde luego, hace falta también que las leyes secundarias que se van a desprender de la reforma en telecomunicaciones dejen de considerar a los ciudadanos de este país como simples consumidores de servicios y contenidos, para reconocerlos como auténticos sujetos del derecho a comunicar.

Wejkajtäjk ja ko’pk,
enseñanzas de la montaña: la unicem

Rigoberto Vásquez Coordinador general de la Universidad Comunal Intercultural del Cempoaltéptl (Unicem)

La creación de un proyecto educativo alternativo en nivel superior en Tlahuitoltepec tiene un sustento histórico determinado por diferentes maneras de nombrar, pensar, actuar, relacionarse y vivir. Más 30 años han pasado desde que en la comunidad se comenzó reflexionar sobre el sentido de la educación, el Wëjën Kajën, el por qué y para qué. El sentido de la educación sobre la base del derecho de los pueblos, pero también, ante un escenario de negación histórica de lo que somos y queremos ser.

Desde el 1 de octubre de 2012 se iniciaron las actividades académicas en la Universidad Comunal Intercultural del Cempoaltéptl (Unicem), universidad autónoma y autogestiva, decidida en Asamblea General de Comuneros Ayuujk, instancia máxima de toma de decisiones. Funciona actualmente con un Consejo Comunitario de Asesores (Cocoa), un Consejo Académico (Coa) y autoridades comunitarias. Alberga a estudiantes y facilitadoras (es) de diferentes comunidades que reflexionan cotidianamente sobre el sentido de la universidad y cómo se conjuga en ella la reivindicación de las lenguas y culturas con la convivencia de otros distintos.

La Unicem es también un reflejo de las contribuciones de nuevas generaciones de profesionistas e intelectuales ayuujk para fortalecer una propuesta que parte de la filosofía de la comunidad, de la fiesta, el trabajo, el poder, el disfrute colectivo el bien común, que buscan trascender el folklor académico y dialogar sobre las relaciones de poder, de conflicto y negociación, que son construcciones colectivas que dan sentido a la convivencia, a un modo de estar bien.

Desde aquí partimos para facilitar una formación de estudiantes de manera crítica, analítica y propositiva para definir lo que somos y queremos ser ante la marginación, el distanciamiento simbólico y geográfico que se ha impuesto, que supere la individualidad y se encamine al desarrollo del humano-pueblo, que detone procesos organizativos en las comunidades desde sus propias miradas y estrategias de defensa, pero también de convivencia posible frente a una sociedad con grandes desequilibrios.

Actualmente se desarrollan las licenciaturas en Desarrollo Comunal y Comunicación Comunal para promover la formación de profesionistas arraigados culturalmente que generen estrategias y mecanismos para el bien vivir de sus comunidades locales y globales. Es Unicem un ofrecimiento para la sociedad en general que contribuye a la recuperación de lo humano y lo colectivo.

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