Desigualdad y pobreza: expresiones del repugnante sistema capitalista
Desigualdades de la pobreza y de la estratificación social en México
ntre los autores más destacados en los temas de desigualdad y pobreza (Amartya Sen, Peter Townsend, Óscar Altimir) predomina la visión de que si bien ambos conceptos (y los fenómenos sociales que denotan) están estrechamente relacionados, son independientes. Que la pobreza no se puede reducir a la desigualdad. Puede haber comunidades con baja desigualdad y mucha pobreza, y sociedades muy desiguales con poca pobreza. En la izquierda ha predominado el punto de vista que el enemigo a vencer es mucho más la desigualdad que la pobreza, pues se concibe que el concepto de pobreza es la cara ‘light’ y ‘aceptable’ de la desigualdad, porque el reconocimiento de su existencia resulta compatible con valoraciones positivas del orden social existente. En mi opinión, y como lo indica el título de esta entrega, tanto desigualdad como pobreza son dos de los feos rostros del repugnante sistema capitalista. Esta visión está enraizada en que Marx puso mucho más énfasis en la explotación que en la pobreza y la desigualdad es mucho más claramente la expresión de la explotación que la pobreza. En sociedades como la mexicana, la causa fundamental de la pobreza es la desigualdad. Por ejemplo, en los estudios de Coplamar demostramos que el PIB per cápita existente en el país en 1977 era suficiente para que todos los habitantes del país satisficieran sus necesidades esenciales plenamente, pero que si la muy desigual distribución del ingreso se mantuviese sin cambios, el PIB per cápita tendría que crecer a 6 por ciento durante 23 años consecutivos para alcanzar tal satisfacción. (Véase Coplamar, Necesidades esenciales y estructura productiva en México, 1982, pp. 54-59).
Hoy analizo algunas dimensiones de la desigualdad de la pobreza y del nivel de vida. El estudio que llevo a cabo continuamente de la pobreza en México es, al mismo tiempo, un estudio de la estratificación social. Comienzo mostrando las diversas estructuras ésta entre diversos tamaños de localidades. La estratificación social, en sí misma una muestra de desigualdad, se manifiesta desigualmente entre el campo y la ciudad, y entre ciudades de diferente tamaño. Esto se presenta en el cuadro. Observemos primero el dato a nivel nacional: la sociedad mexicana se divide en una mayoría de población pobre (83.1 por ciento) y una minoría no pobre (16.9 por ciento). También se aprecia que entre la población pobre se distinguen tres estratos que reflejan distintos niveles de intensidad de la pobreza: indigencia (32 por ciento), pobreza intensa (22 por ciento) y pobreza moderada (29 por ciento), así como tres estratos de población no pobre: la que se denomina Sanbrit, que quiere decir con satisfacción de necesidades básicas y requerimientos de ingreso y tiempo (7 por ciento), la clase media (8.1 por ciento) y la clase alta (1.8 por ciento). Pero la desigualdad entre estratos, que significan niveles de vida sumamente desiguales, desde carencias generalizadas y muy agudas entre los indigentes, hasta bienestar muy por arriba de las normas de satisfacción de necesidades entre la clase alta, se expresa desigualmente entre diferentes tipos de localidades. La división entre pobreza y no pobreza es muy contrastante entre las metrópolis (localidades de 100 mil y más habitantes), donde la división es de 73.3 por ciento de pobreza vs. 26.8 por ciento de no pobreza y el medio rural, donde es 96 vs. 4 por ciento, con las localidades urbanas entre 2 mil 500 y menos de 100 mil habitantes en una situación intermedia (89 y 11.1 por ciento). Además, casi la mitad de la pobreza en las metrópolis (35.5 por ciento de 73.2 por ciento) es pobreza moderada, y el grupo más pequeño es la indigencia (con 16.6 por ciento, que es apenas poco más de la quinta parte de la suma de pobreza), mientras en el medio rural 6 de cada 10 pobres son indigentes y el grupo más pequeño es el de pobreza moderada (15.9 por ciento, uno de cada seis pobres). Otra vez, la situación urbana no metropolitana es intermedia, como puede verse en el cuadro.
Las desigualdades entre tamaños de localidades se suman y combinan con desigualdades entre el sur y el norte del país, entre zonas indígenas y no indígenas, para producir estratificaciones sociales muy desiguales por entidad federativa que se ordenan en la gráfica de la más alta incidencia porcentual de la indigencia (Chiapas) a la más baja (Baja California Sur). He preferido presentar los cálculos para 2010 y no los de 2012, que sólo se pueden calcular con el Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS), que es la muestra representativa, a nivel entidad federativa, de la ENIGH (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares) sin las preguntas sobre gasto. Para 2010 se puede calcular la pobreza tanto con el MCS como con el Censo de población de 2010. Al comparar ambos resultados me pareció más adecuado, por el momento, elegir la ordenación del Censo 2010, pues coincide (en buena medida) con otras ordenaciones que se han hecho de entidades federativas, incluidas la de Coplamar (y luego las de Conapo) de índices de marginación. Interesa, poniendo el énfasis en las desigualdades en las estratificaciones, marcar el enorme contraste (sobre todo) entre Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Puebla que tienen más de la mitad de la población (más de 70 por ciento en Chiapas) viviendo en situación de indigencia, hasta el DF, Nuevo León y las dos ‘Bajas’, donde sólo entre 12.5 y 15.5 por ciento viven en esa condición. Mientras en Chiapas, Oaxaca y Guerrero más de 90 por ciento de la población vive en pobreza, el dato en las cuatro entidades mejor situadas es menor a las dos terceras partes. Dato también muy contrastante es la suma de indigencia y pobreza intensa en estas últimas entidades, que es menor que la población no pobre y que la ubicada en pobreza moderada. En las tres entidades más pobres, la suma de indigencia y pobreza extrema representa tres (o más) de cada cuatro personas. En las 13 entidades mejor situadas (desde Q. Roo en adelante) el estrato más numeroso es el de pobreza moderada (que en todas ellas representa alrededor de la tercera parte de la población). En las demás entidades federativas ocupan este lugar los indigentes. La pobreza (y la no pobreza) son muy desiguales.