Hay deportes que para ser alguien en la vida tienes que tocar puertas, invertir o contar con el apoyo económico de la familia.

Insiste, resiste y persiste, son las palabras que como una plegaria siempre le dice doña Jacqueline Morales a su hijo Fabriczio Carrillo, quien costeará su viaje para representar a México en Nebelhorn Trophy, en Oberstdorf, Alemania, el último filtro clasificatorio del patinaje artístico sobre hielo para los Juegos Olímpicos de Invierno Sochi 2014.

El jalisciense de 21 años tiene la encomienda más difícil de su trayectoria deportiva, que comenzó en 2001 en Guadalajara, al presentarse en el certamen germano como el mejor del país y dos torneos internacionales con una medalla de plata en el Senior Dragon Trophy en Eslovenia 2012.

La competencia entregará los últimos seis lugares para los 30 varones que estarán el próximo año en la justa invernal rusa. Algunos ya tienen su boleto, pero el tapatío no. Necesita una buena ubicación en ese repechaje, que le dé los puntos suficientes para alcanzar lo que tanto anhela un competidor de alto rendimiento: representar al país en unos Juegos Olímpicos.

El menor de la familia Carrillo Morales consiguió el dinero para pagar su viaje a Alemania (50 mil pesos por persona). Tiene un patrocinador que confía en él, pero debe costearse el avión, hospedaje y alimentación, porque la Federación Mexicana de Patinaje sobre Hielo y Deportes Invernales sólo le dio el aval para la competencia, que será a finales de este mes.

Lo acompañará su entrenadora Zaida Mirthala López y su coreógrafa Ophelie Rullier, su compañera sentimental que conoció en París, con quien comparte su campamento base de entrenamiento en Francia, así como en Canadá, donde radica su hermana Jacqueline, casada con Jonathan Guillmette, triple medallista olímpico de patinaje en velocidad.

Fabriczio no será el único mexicano, pero sí el mejor de la actualidad y el que tiene hambre de triunfo para sobresalir, y todo eso cuesta y mucho, dice sin pensarlo, cuya familia se dedica al negocio de la florería.

El joven patinador no tuvo otra opción más que la pista de hielo porque le quedaba más cerca de su casa y como era un niño hiperactivo se inició en el futbol y soñaba con ser portero imitando a Oswaldo Sánchez, ya que es chiva de corazón.

Esos vuelos, lances y desplazamientos en la portería lo ayudaron en parte a decidirse más tarde, con la insistencia de su progenitora, porque tenía la idea de que el patinaje artístico sobre hielo era un deporte sólo para niñas y ¡horrible!, y lo percibía más como un castigo.

“Quiero cambiar (mi deporte). Mi plan no es ser como los demás, sino el que hace más. Que vean y digan ¡aguas! Ahí viene el mexicano ¡cuidado!

La mala noticia sería no clasificar a Sochi, pero uno no se rinde y todavía aguantaría otro ciclo pues, como dice mi mamá: insiste, resiste y persiste, advierte.