Opinión
Ver día anteriorJueves 12 de septiembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Marchas hacia Los Pinos

Mancera: decisión de mantener la paz

P

arece como si la fecha, más que ubicarnos en el tiempo, tratara de hablarnos de una historia de cambio, de ruptura... de tragedia.

El 11 de septiembre –guardada toda proporción– fue escogido por la disidencia del magisterio para manifestar su descontento, su rechazo a una ley que para imponerse tuvo que cegar y ensordecer al poder frente a la protesta.

Es muy probable que después de este 11 los miembros del magisterio abandonen las posiciones tomadas en el Distrito Federal para regresar a las aulas donde, según han explicado, continuará la resistencia.

Una porción de la ciudad de México se colapsó por la movilización de los maestros. La Secretaría de Seguridad Pública del DF organizó un plan para tratar de hacer menos problemática la circulación vehicular, tarea casi imposible, y vigiló las marchas que desde dos diferentes puntos de la ciudad caminaron hacia Los Pinos.

Parece que esa fue la última acción de los mentores en la capital del país, porque tienen claro que quienes causan el problema que habrá de afectar toda la educación en México no son los ciudadanos que han visto afectadas sus actividades diarias, sino las autoridades que han dejado de escuchar –desde hace tiempo– la voz de la gente en la calle.

Mantenerse en el Zócalo, como hasta ahora, y desafiar la provocación que resultó de la promulgación de las tres leyes secundarias de la llamada reforma educativa arriesgaba la integridad física de los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, aunque, a decir verdad, sería muy difícil para el gobierno federal reprimir una noche, por ejemplo, y festejar la Independencia a la siguiente, por sobre el resultado de la violencia.

Pero aun sin hechos de violencia, esa fecha, el 11 de este mes, marcará un rompimiento en lo que sucedía en la educación del país. Los maestros trabajan en todos los frentes posibles para atajar la puesta en marcha de la ley. Por un lado en las calles con el grito de protesta, en lo legal buscando un amparo que seguramente no conseguirán, y en lo docente creando una reforma educativa alterna que sí modifique el sistema de enseñanza en México.

Y es que hasta ahora no se sabe cuáles son o serán la medidas que en términos de la enseñanza podrá establecer la reforma del gobierno federal. Se dice, en la campañas mediáticas, que esos que hoy se manifiestan en las calles serán mejores profesores mañana, pero no se precisa bajo qué líneas pedagógicas podrán hacerlo.

Lo que sí se sabe es que según las evaluaciones gubernamentales habrá quienes puedan estar frente a un grupo de alumnos y a quienes les será prohibida la docencia. ¿Qué es lo que deberán enseñar? Esa es una de las preguntas sin respuesta por parte de la ley, en eso sí hay seguridad.

Pero sea como sea, tras la promulgación de las leyes secundarias, y las manifestaciones de los maestros, que según se indica no cesarán con el desalojo del Zócalo del DF, se habrá de cambiar la forma de educar, o los contendidos de lo que se tendrá que enseñar.

El asunto es que en caso de que los maestros se nieguen a difundir una línea de aprendizaje contraria, por ejemplo, a lo que marca nuestra historia, ¿estarían al borde se ser despedidos?, ¿esa es la verdadera reforma? Alguien tendría que responder a esa otra pregunta, pero ya.

Todo indica, hasta la entrega de Ciudad Perdida, que aunque hubo caos y algunos hechos de violencia, provocados por la negativa de las más altas autoridades federales para entrevistarse con los maestros, las cosas no llegaron a extremos de mayor gravedad, y esto más tarde tendrá que revisarse con mucho cuidado, porque aun a costa de lo que llaman capital político, el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, optó por mantener la paz en la ciudad, y eso no tiene precio.

De pasadita

Hoy habrán de realizarse algunas pláticas entre los maestros y las autoridades de la Secretaría de Gobernación: el tema será el desalojo del Zócalo por parte de la CNTE. Hasta ahora la postura de los maestros y de las autoridades es irreductible, y frente a eso lo que no se vale es la amenaza o la corrupción. Alguien debe ceder.