l gobierno del presidente Peña ha abierto simultáneamente varios frentes de ataque, porque el paquete de reformas que ha presentado al Legislativo y a la opinión pública afecta los intereses de muchos grupos que habrán de movilizarse, conforme a sus propias reglas y recursos, para modificar las propuestas presidenciales. En el ánimo de rebeldía que flota en el ambiente de la ciudad de México, no deja de ser una audacia del gobierno presentar una propuesta tan inflamable entre las clases medias, por ejemplo, como imponer el IVA a las colegiaturas.
Me pregunto si la estrategia gubernamental es una Blitzkrieg bien tupida de reformas a la que los afectados apenas puedan reaccionar. Si lo es, ¿quién la diseñó?, ¿el presidente Peña mismo? ¿O sus supersecretarios, Osorio Chong y Videgaray? ¿Cuál ha sido la contribución del secretario Chuayffet a dicha estrategia? ¿Acaso calcularon que eran tantos los temas y tan diversos los afectados que difícilmente podrían formar un frente amplio de oposición? La verdad es que no se ve con claridad cuál es el camino que seguirá el gobierno para sacar adelante sus reformas en medio de las tensiones que ha generado la presencia de la CNTE en la ciudad de Mexico. Peor todavía, sabemos más de la estrategia de la disidencia magisterial o del radicalismo militante de los oaxaqueños que ocupan el Zócalo, que de lo que piensa hacer el gobierno ante los retos que le han lanzado sus opositores.
La reforma educativa tiene en las calles de la capital de la República a más de 30 mil maestros, aunque hay más de una señal de que ese movimiento tiene mucho de político y poco –o nada– de magisterial. Así que, es muy probable que no se extinga aun cuando se deroguen las leyes educativas que acaban de ser votadas. Ni juntos ni revueltos, los lopezobradoristas y los cardenistas rechazan la reforma energética; confiados en que la movilización en defensa del petróleo será el eje de formación de una amplia corriente de opinión. Era de esperarse la reacción del PAN al tema de las colegiaturas, pues los panistas tienen la educación privada muy cerca del corazón. Tanto así que este asunto fue la primera y única reacción de Gustavo Madero a la reforma; aunque después abundó en otros temas. Lo que no era de esperarse es la reacción del senador Ernesto Cordero, quien indignado dijo, que se estaba desmantelando la política económica de Felipe Calderón, es decir, la suya. Habría que recordarle al senador Cordero que su partido perdió las elecciones, que el PRI está en el poder y que no hay razón para que mantenga la política económica de su predecesor, sobre todo, si no impulsó el crecimiento.
La reforma fiscal ha provocado rechazo de parte de los empresarios que, consideran que, una vez más, el gobierno les carga la mano al cobrarles más impuestos, a pesar de que reconocen que el Estado debe recaudar más recursos para que el país pueda funcionar medianamente. Se quejan indignados de que como siempre
a ellos les toca pagar. Sin embargo, se olvidan de que el aumento a 32 por ciento del impuesto sobre la renta, se cobrará por igual a multimillonarios que aparecen en las listas de Forbes y a empleados que parece que están bien pagados, pero que en las condiciones actuales, prácticamente viven al día.
La propuesta fiscal fue una desilusión para los empresarios que esperaban que el IVA fuera la columna vertebral de la reforma, dijo Rodrigo Alpizar, presidente de la Cámara de la Industria de la Trasformación. Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, advirtió que la reforma recae más en el sector productivo y en los contribuyentes cautivos. El reproche era previsible, pero hay señales que sugieren que los empresarios no se opondrán de manera radical a la propuesta. Por ejemplo, el líder empresarial también declaró que se esperaba mayor transparencia y rendición de cuentas en el manejo del gasto público. Me parece que la aceptación –¿resignación?– por parte de los empresarios, de la reforma, está implícita en esta declaración. Es muy probable que la CNTE esté apoyando, sin querer, las propuestas gubernamentales. En la negociación con los empresarios, los funcionarios peñistas no tienen más que invitarlos a volver los ojos a las calles bloqueadas.