oronto, 4 de septiembre. Ya llegó ese momento del año en que, por excepción, un festival norteamericano ocupa la atención del mundo cinematográfico. Con su fama de eficiencia y amabilidad, el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF, como le dicen los locales) reúne lo mejor de festivales anteriores y estrena películas esperadas de la temporada otoñal.
En cuanto a la estadística, el festival informa que este año se proyectarán 288 largometrajes (uno menos que el año pasado), de los cuales el 93% son estrenos internacionales o norteamericanos. Los países representados en esa selección suman un total de 72.
Aunque habitualmente me quejo del reducido número de títulos mexicanos, esta ocasión la programadora Diana Sánchez, encargada de la zona iberoamericana, ha hecho una selección más equilibrada entre lo español y lo latinoamericano. Cuatro películas de realizadores mexicanos serán presentadas en el festival, de los cuales sólo una –el documental El alcalde– ha sido exhibida ya en otros eventos. Los otros tres son estrenos: Club sándwich, de Fernando Eimbcke (que también fue seleccionada para la sección competitiva de San Sebastián); Los insólitos peces gato, de la debutante Claudia Sainte-Luce, y Paraíso, segundo largometraje de Mariana Chenillo.
También es de resaltar la presencia de dos cineastas nacionales a cargo de producciones extranjeras. Alfonso Cuarón con Gravity, que ha recibido múltiples elogios en su reciente estreno en el festival de Venecia, y Dana Rotberg, con White Lies, producida en Nueva Zelanda, país donde la directora ha residido casi una década.
A la lista se suman las coproducciones con México: El mudo, de los peruanos Daniel y Diego Vega, en la que participó Nodream Cinema, la compañía productora de Carlos Reygadas. Y La última película, del filipino Raya Martin y el canadiense Mark Peranson, que fue filmada en Yucatán y actúa en ella Gabino Rodríguez. (Hablando de actores mexicanos, el ya internacional Demián Bichir tiene un papel de importancia en Dom Hemingway, producción británica de Richard Shepard).
Del resto del cine iberoamericano, la selección es nutrida, con la sorpresa de encontrar representantes del cine dominicano, Cristo Rey, de Leticia Tonos Paniagua, y del costarricense, Por las plumas, de Neto Villalobos, dos cinematografías de escasa presencia en el panorama festivalero.
También de llamar la atención es la ausencia de títulos argentinos en el programa (al menos, no los he encontrado en los listados de la página web del festival). En cambio otro usual invitado, el cine brasileño cuenta con tres películas: Faroeste Caboclo, de René Sampaio; O lobo atrás de porta, de Fernando Coimbra, y la coproducción con Francia Amazonia, dirigida por el francés Thierry Ragobert. El cine chileno tiene dos: Gloria, de Sebastián Lelio (premiada en Berlín) y El verano de los peces voladores, de Marcela Said; mientras el venezolano presenta Libertador, de Alberto Arvelo, y el uruguayo, El lugar del hijo, de Manolo Nieto.
Finalmente, España presenta Caníbal, de Manuel Martín Cuenca; Los chicos del puerto, de Alberto Morais; Gente en sitios, de Juan Cavestany; História de ma meva mort, del catalán Albert Serra (recién ganadora en Locarno), e Ignasi M., de Ventura Pons, sin contar las coproducciones con Latinoamérica. Y de Portugal se exhibirán A Batalha de Tabatô, de Joao Viana, y Bobô, de Inés Oliveira.
La función de gala de inauguración será esta noche con Fifth Estate, coproducción entre Estados Unidos, el Reino Unido y Bélgica. Dirigida por el irregular Bill Condon, la película es una dramatización del ascenso y caída de Wikileaks, centrada en su fundador Julian Assange, interpretado por Benedict Cumberbatch.
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