Virtualmente bajo sitio, los representantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo cumplieron las formas republicanas. Lejos del estruendo de las refriegas callejeras y las vehementes protestas contra su proceder, paso a paso siguieron el protocolo de formalizar la entrega del Informe presidencial al Honorable Congreso de la Unión.

Traspuesta la laberíntica ruta hacia San Lázaro, bajo el resguardo de miles de policías, el responsable de la política interior, Miguel Ángel Osorio Chong arengó una vez más: En nuestro país nadie puede imponer su verdad a los demás, las ideologías no pueden estar por encima de las soluciones, ni los intereses de unos cuantos anteponerse al bienestar de las mayorías.

No más de 10 minutos duró el ceremonial de la entrega del Informe del presidente Enrique Peña Nieto, el primero que rinde un gobierno priísta desde su retorno al poder, aunque las viejas formas parecen ya no dar para más. Un formalismo al que obliga la Constitución, pero que sólo contribuyó a agitar más las turbulencias sociales.

Con las aguas revueltas, los diputados olvidaron compromisos con el magisterio disidente y convocaron a sesionar a la misma hora en que se tenía previsto un nuevo encuentro: a las 20 horas. La real politik no respeta formalidades. Entre pasillos, se anunciaba el desenlance: el líder blanquiazul, Gustavo Madero, instruyó a panistas a sacar el trámite, y el perredista Jesús Zambrano, según algunos legisladores, operó en la misma dirección.

Horas después, con los formalismos protocolarios atropellados y las formas legislativas abandonadas, PAN, PRI, PVEM y Nueva Alianza cerraron filas y en la sesión nocturna se aprestaron a aprobar la Ley del Servicio Profesional Docente.

Desde la izquierda, Movimiento Ciudadano y el PT clamaron contra el albazo, mientras el sol azteca naufragó en un discurso esquizofrénico.

El perredista y presidente de la Comisión de Educación, Jorge de la Vega, reivindicó los cambios al dictamen; su correligionario Carol Antonio Altamirano denunció las formas atrabiliarias para aprobar una ley, cuyo dictamen se desconocía, y Miguel Alonso Raya demandó devolverlo.

En el repaso de las añoranzas, no hay memoria que en el otrora Día del Presidente lo más importante en el Congreso no sea el voluminoso documento que entregó el secretario de Gobernación, sino lo que se fraguaba tras bambalinas: aprobar la polémica Ley del Servicio Profesional Docente.

Parte de guerra

Con el Palacio Legislativo amurallado, la realidad apenas se colaba tenuemente a la explanada del recinto, con el ulular de la sirenas que daban cuenta de la agitada jornada dominical, producto de la ira magisterial contra las reformas. En paralelo, los legisladores concretaban el dictamen que por la noche se discutió en la Cámara de Diputados.

Horas antes, a paso marcial, decenas de elementos federales se dirigieron al sótano para resguardarse, con la convicción de que esta vez no intervendrían y se mantendrían acuartelados en los bajos del Palacio Legislativo. Suficientes serían los miles de policías capitalinos empeñados en contener la insurrección magisterial y los desplantes anarquistas.

Los legisladores fueron convocados a llegar más temprano de lo acostumbrado. Algunas reuniones privadas, mientras las cúpulas ultimaban el dictamen.

Otros degustaban viandas en los restaurantes de San Lázaro, mientras la televisión no cesaba de reportarles los sucesos tras las murallas metálicas, casi como partes de guerra. Madero, Izazaga, Venustiano Carranza. Heridos, detenidos y nuevos enfrentamientos.

Iniciada la sesión de Congreso General, el veterano de viejas lides y ahora senador petista Manuel Bartlett, resumió en una pincelada el entorno: A un año del gobierno de Peña Nieto se ha instaurado un sistema autoritario de derecha, que pervierte las instituciones de la República. Un gobierno espectáculo presentando grandes proyectos retóricos, firmas sin fondo para cultivar esa imagen que es el fondo.

Desde el Movimiento Ciudadano, Ricardo Monreal cuestionó: Tenemos hoy un bochornoso y denigrante espectáculo, el Palacio Legislativo amurallado y en estado de sitio, un movimiento magisterial que no encuentra la ventanilla a sus demandas y un titular del Ejecutivo que se esconde en su oficina personal para desde ahí rendir su primer Informe de gobierno.

Esta vez, los legislasdores sesionaron solos. Las galerías que antaño albergaban a la crema y nata del poder, estuvieron vacías.  Ahora la cita fue para hoy en la residencia oficial de Los Pinos.