Miércoles 28 de agosto de 2013, p. 7
Disfrazados de meseros, guaruras, chefs o vendedores, los integrantes de la compañía Ópera espontánea desde 2010 se dedican a sorprender con su música a paseantes en parques, tiendas departamentales y ceremonias privadas para romper con el estigma de que el arte lírico es elitista.
Cantar de manera inesperada en espacios públicos y en la calle es la forma en que el grupo artístico acerca la ópera a las personas que se ven limitadas para asistir a un teatro para ver un espectáculo de ese género.
Jaime Morfín Stoopen, productor ejecutivo de Ópera espontánea, explica que el proyecto surgió para llevar la música de ese género a espacios donde normalmente la gente no la busca. “Nosotros –agregó– diríamos que sin duda es música que a la gente le gusta y que la han escuchado alguna vez en su vida, pero no va a un concierto tradicional que dura dos horas”.
Mientras, la mezzosoprano Gerardina Martínez indica que las personas se emocionan al ver que un chef de pronto entona La donna e mobile, por eso es importante que los cantantes siempre se vistan de modo que pasen inadvertidos hasta que comienzan a interpretar la pieza, después salen con un traje de gala y se une otro cantante con la finalidad de brindar un espectáculo completo, que dura aproximadamente una hora.
“La gente –abunda Martínez– está inmersa en su compra cotidiana en la tienda o en una charla en el restaurante y mira alrededor y se desconcierta al ver a los cantantes porque generalmente están en un escenario y lejos, pero esta experiencia de tener a un cantante de ópera tan cercano en un ambiente muy natural es realmente muy sorprendente”.
Gerardina afirma que no esperan a que el público vaya a verlos, nosotros vamos hacia donde se encuentra y sembramos la semilla de la curiosidad
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