os grandes politólogos, como Norberto Bobbio y Nicola Matteucci, autores del Diccionario de política, se han dado a la tarea de delinear con precisión algunos términos que con el tiempo han sido manipulados, de manera que formalmente tienen significados diversos, que poco tienen que ver unos con otros, incluso tratándose del mismo autor en los mismos tiempos, como es natural, en la última edición, en dos volúmenes, en español, bajo el cuidado de José Aricó, Martí Soler y Jorge Tula, a finales del siglo pasado ya, da una larga definición, muy precisa, que tiene serias diferencias con la misma, pues en el índice de nombres de ésta, una de las últimas ediciones en el mercado, no considera el término para nada, aunque debieron haberlo hecho, por la importancia que por otro lado, dedica, desde la página 1483 hasta la 1492, un bien hecho análisis, que seguramente no hizo en las primeras ediciones de este magnífico libro.
Pero en el caso de Eligio Resia, de la Universidad de Nápoles, en un estudio titulado Soberanía, un principio que se derrumba, trata el asunto como de la mayor importancia, para nosotros, estamos del lado de quienes lo estudian por esto, precisamente, porque tiene gran importancia para quienes se dedican al estudio del desarrollo de las democracias, y vamos a verlo desde el severo punto de vista y rigor del análisis de Bobbio y Matteucci, como quien se enfrenta a los demás que lo consideran como un principio que se derrumba
, como una propuesta para el lector que es más árida que la otra, pero que también está más cerca, con mucho, de la realidad, y pidiendo disculpas al lector, sin más, empezaremos.
En el sentido amplio, el concepto político-jurídico de soberanía indica el poder de mando en última instancia, en cuya asociación sirve solamente, y en consecuencia, para distinguir a las demás de ésta, por diversificaciones y destaca la ausencia en las otras, de un poder supremo, exclusivo, y no derivado y, por tanto, un poder de esta naturaleza. Así, el poder jurídico, sino como racionalización, en el sentido de que transforma la fuerza en un poder político, el poder de hecho, en el poder de derecho. De esta manera, se transforma en un poder haciendo que el poder político esté estrechamente vinculado al poder y pretenda ser solamente una racionalización de sí mismo, que se transforma de varias maneras, en el sentido de que se ha configurado de diversas formas y en muchas partes, y es así como se transforma en poder legítimo, según las formas de poder que se han dado en la historia de la humanidad, y hemos podido ver el enfoque que corre parejo con el carácter que encuentra, en épocas diversas, una autoridad suprema, aunque luego se explique y justifique de muy diferentes maneras.
En cuanto poder de mando, la soberanía se constituye en una última instancia, estrechamente interdependiente, unida ésta, con la realidad esencial de la paz y la guerra. De tal modo que en un cierto país puede darse el caso de que se produzca una guerra debido a que los rivales mantienen fuertemente la figura del hombre fuerte que llega a legitimar su figura y su personalidad, con una sólida unión de quienes creen en él, así sea que esto signifique un gran sacrificio para el pueblo que lo sigue a la guerra.
Puede también darse el caso, y se da en la historia de muchos países y/o regiones enteras, que se someten al poder y a la fuerza de los vecinos, encabezados con acierto pragmático, y que suman así su propia riqueza, que también es fuente de poder, cuando está debida y suficientemente legitimada por el poder jurídico correspondiente.
Dice Bobbio que la plenitud del poder estatal, en casi todo el mundo, está en decadencia, debido a que es muy difícil que se den el poder y el jurídico, en momentos adecuados para la unidad política, y que también surja en los momentos oportunos y tenga el respaldo de orden adecuado, entre quienes se den la ocasión para unificarse, y se tomen las decisiones políticas en punto y se mantengan con la oportunidad suficiente, oportuna y con la fuerza y el respaldo económico, en relación con las circunstancias que privan en la región, que son demasiados factores, que muy probablemente vivan diferentes tiempos políticos, para conseguir la unidad necesaria, defensiva, que logre detener al enemigo de enfrente. Hay muchos casos en la historia, si no universal, sí local, de menos alcances regionales. Es cada vez más complejo, y más difícil conseguir un triunfo en estas condiciones. Afortunadamente para todo el mundo. Además, los pequeños líderes, generalmente, son de mala salud, y débil contextura física.