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Es silicona no encapsulada, que se inyecta y se expande por el cuerpo; puede provocar septicemia

Los biopolímeros sintéticos han causado la muerte a 15 venezolanos

Sólo hay dos médicos que pueden retirarlos mediante una intervención quirúrgica, considerada experimental, pues no siempre garantiza la recuperación

Es como una enfermedad incurable

 
Periódico La Jornada
Miércoles 21 de agosto de 2013, p. 2

Caracas, 20 de agosto.

Los biopolímeros sintéticos han matado a unos 15 venezolanos desde 2011. En el consultorio del cirujano plástico Daniel Slobodianik, no cabe ni una paciente más. De nueve casos que atenderá un día, siete son mujeres con esa sustancia en sus cuerpos. En total debo haber visto desde ese año unos 400 pacientes, dijo el especialista.

En esa sala hay una mujer de 60 años, casi inmóvil por el dolor de las inflamaciones causadas por los biopolímeros; un par de primas a quienes se los inyectaron juntas y, aunque no tienen dolores, están alarmadas por las noticias, y una mujer que quiere embarazarse, quien teme las consecuencias en su bebé, entre otras.

Slobodianik es uno de los dos únicos médicos que retiran la sustancia con una operación –por unos 6 mil dólares– aún considerada experimental por la Sociedad Venezolana de Cirugía Plástica (SVCP), pues no siempre garantiza la mejoría o la recuperación absoluta.

La única forma en que justificamos la intervención es cuando el material trata de salir del cuerpo, señala Jesús Pereira, presidente de la SVCP. Es una situación especial que puede generar septicemia (infección generalizada) y con ello, la muerte, agrega.

“En la SVCP prefieren que las mujeres con biopolímeros reciban tratamientos con esteroides, que Pereira asegura pueden mejorar entre 48 y 62 por ciento la condición del paciente.

Sin embargo, Slobodianik afirma haber operado ya a unas 50 mujeres y a tres o cuatro hombres, sólo cuando manifiestan síntomas como dolores o ardor, cambios en la coloración de la zona y alergias en la piel.

El biopolímero no puede retirarse por completo, siempre queda un resto de sustancia con la que el organismo va a luchar (...) Es una enfermedad crónica inmunológica (...) que ciento por ciento de las pacientes que tienen biopolímeros, todas, va a padecer. Es una enfermedad incurable, lamenta Slobodianik.

Mercedes, una de las pacientes en la sala de espera del consultorio de Slobodianik, se inyectó biopolímeros en los glúteos para recuperar a su marido.

Hace dos años, entre la presión de sus amigas y la baja autoestima, Mercedes fue a un salón de belleza en Caracas, donde le aplicaron en cada nalga 560 cc del gel, una silicona no encapsulada –a diferencia de las prótesis– que se inyecta y se expande en el cuerpo.

No investigué de qué se trataba, sólo quién los ponía más bonitos, contó Mercedes.

Apenas unos días después de que le aplicaron la inyección, por 800 dólares, comenzó a sentir un ardor intenso en los glúteos. Del dolor no soporto ni cinco minutos sentada, dijo.

Mercedes volvió con su esposo, y tristemente, dice que ya no quiere desnudarse. Ya ni puede hacer el amor.

Astrid de la Rosa, quien sufre daños por la migración del gel a la parte baja de la espalda y las caderas, creó la Fundación No a los Biopolímeros, en 2011, que registra al menos 15 muertes relacionadas con la silicona.

Actualmente, tiene registradas a unas 40 mil personas a las que les fue aplicado el gel, cifra en aumento, pese a que en noviembre el gobierno prohibió el uso de sustancias de relleno, como los biopolímeros sintéticos, con fines estéticos.

El gobierno emprendió una ofensiva contra centros estéticos que los continúan aplicando. La Fiscalía ha inculpado a algunos esteticistas y médicos.

Hay incluso casos recientes de niñas a las que sus padres les regalaron la inyección de biopolímeros en glúteos y senos por sus 15 años y ahora se arrepienten, asegura De la Rosa.

Estragos

Omar Guerrero, de 35 años, entrenador en un gimnasio, se dejó aplicar el gel por un enfermero en ambos pectorales para lucir una mayor musculatura. Está postrado en una cama desde hace dos años, cuando la sustancia migró a los músculos intercostales, limitando el movimiento de la caja torácica y, con ello, la respiración.

No puedo hacer ejercicios, no puedo correr, estoy muerto en vida, lamenta Guerrero. Asegura que por la apariencia del pecho es discriminado en los hospitales como si tuviera VIH.

El joven acudió al consultorio de uno de los dos médicos que están retirando los biopolímeros sintéticos del cuerpo –uno en el estado Zulia– y otro en Caracas. Allí le hablaron del riesgo de muerte tras una operación. Ya no sé a quién pedirle el milagro. Esto es un infierno, asegura.

Mary Perdomo, presidenta de la fundación No a los Biopolímeros, Sí a la Vida, falleció el domingo pasado presuntamente de un infarto luego de una larga lucha contra el daño causado por las inyecciones de esa sustancia química. La noticia fue dada por Daniel Slobodianik a través de su blog, según una nota de prensa del Sistema Bolivariano de Información y Comunicación.

Perdomo fue víctima de tratamientos estéticos con biopolímeros, lo que la impulsó a organizar una fundación para apoyar las denuncias de afectados, brindar asesoramiento legal y médico. Se aplicó la sustancia en 2009 para aumentar sus glúteos, y posteriormente se vio afectada en la zona de sus caderas, muslos y en la región lumbosacra.