Sólo años de desgracia
El petróleo como receta
Trampas y corrupción en Pemex
ás nos vale hacer bien las cuentas en eso de que el petróleo seguirá siendo de los mexicanos, pero en manos de compañías privadas. Ninguna de las promesas de desarrollo y bienestar para la población a partir de la venta de los bienes del país se ha cumplido. Durante 30 años, la política que ha permitido la transferencia de la riqueza nacional a las manos de la iniciativa privada, sólo ha conseguido la creación de gigantescos capitales, gigantescas masas de gente empobrecida y gigantes conflictos sociales.
En la entrega anterior ofrecimos una serie de datos que dan cuenta de cómo se ha construido la desgracia del país, que se quiere aliviar con la misma receta, sólo que ahora con la única riqueza natural que le queda a México: el petróleo. Y en contra de ese otro intento de asestar el último golpe a la posibilidad de reconstruir el país con el pleno uso de sus recursos, una buena cantidad de ciudadanos, con y sin partido, se han lanzado a las calles de la ciudad de México a informar, mediante volantes o a gritos, como se pueda, del significado del plan de la desgracia.
Los ejemplos de lo que hoy sucede con Pemex, con base en datos duros, no sostiene el proyecto de Peña Nieto. Más allá de lo que cuesta al país la corrupción en Pemex, la que difícilmente puede ser cuantificada, están las trampas que se instrumentaron para escamotear a la gran mayoría de mexicanos recursos multimillonarios, que en alguna cuenta bancaria deben estar, pero que no engrosan el erario nacional.
La Auditoría Superior de la Federación logró saber con certeza que Pemex tiene 39 filiales en diversas partes del mundo que no rendirían cuentas a ninguna instancia de gobierno, bueno, ni siquiera a Pemex, y halló que sólo una, que existe en el papel en Holanda, obtuvo ganancias por más de 400 mil millones de pesos, que se contabilizaron en una tesorería paralela a las oficiales, y que no se sabe dónde o en manos de quién están.
Así pues, aquello de primero limpiemos Pemex debería ser la tarea más importante de todos los que miran en la venta de la riqueza petrolera la solución a la problemática de la paraestatal. Esto porque si se juntan, es decir, si se suman los recursos que se van vía la corrupción, como decíamos al principio, tal vez no habría necesidad de conseguir esos dineros que hacen falta y que hoy sólo se ven en las cuentas bancarias de los miembros de la iniciativa privada.
Y no estaría de más echar un ojo a lo que pasa con la minería en el país, porque tal vez allí podríamos mirar de cerca lo que podría pasarnos, aunque para muchos esa comparación sea extrema o inaceptable. Y es que casi una cuarta parte del país, algo así como 52 millones de hectáreas, se han concesionado a la iniciativa privada, que prácticamente no paga nada, ni a la Secretaría de Hacienda ni a los dueños de las tierras de donde extraen oro y plata, entre otros minerales.
Hoy existe la posibilidad de cambiar la ley minera, que viene de los tiempos negros del gobierno de Carlos Salinas, y es posible que el cambio no se pueda dar por la fuerza de las compañías mineras. Pero bueno, se trata de que los dueños peguen, haga usted las cuentas, 5 por ciento en impuestos, y eso, simplemente, no se debe permitir, según las empresas. Nada más 5 por ciento.
Lo grave es que en casi todos los lugares donde se realiza la explotación de los minerales se han ido construyendo grandes conflictos sociales que ponen en riesgo, día con día, la paz del país. Sí, tal vez el ejemplo vaya al extremo, tal vez no quepa en esto de Pemex, pero sí nos muestra hasta dónde son capaces de llegar quienes gobiernan para las empresas privadas, y luego, como en el caso minero, pretenden corregir exigiendo mendrugos, cuando ya nadie los respeta.
Por ello, cuando desde el Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera se pone al lado de la ciudadanía, la gente siente confianza en el timonel, porque así, a la hora de la tormenta, se está seguro de que el barco no se perderá entre los engaños y la demagogia que arrecian el mal tiempo. ¡Aguas!
De pasadita
En el caso Heaven las indiscreciones que partieron del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal entorpecieron y retrasaron aún más las investigaciones que hace la Procuraduría General de Justicia capitalina, y cada vez se sabe menos de lo que realmente sucedió con la desaparición de la docena de jóvenes, habitantes casi todos de Tepito. La CDHDF ya recomendó, con sus instrumentos, al TSJDF que cierre el pico, pero según nos cuentan el presidente del organismo ni los ve ni lo oye. Ni modo.