Lunes 19 de agosto de 2013, p. 3
No hubo resquicio para el disenso. Nada que sugiriera dudas o suspicacias sobre los alcances de la iniciativa presidencial de reforma energética. Curtidos durante décadas en la uniformidad a ultranza, los priístas regresaron a los tiempos de respaldo unánime al mandatario en turno, a una suerte de cargada de nuevo cuño, ahora en pro de la modernización energética
.
El auditorio Plutarco Elías Calles, en la sede nacional del PRI, lució como en los viejos tiempos para la reunión de la Comisión Política Permanente, en la cual la pluralidad sólo tuvo espacio en los matices para exaltar al Presidente y las formas para arremeter contra la oposición.
Fue la senadora Cristina Díaz, lideresa del sector popular, quien con más estridencia se dirigió a los que cuestionan dicha iniciativa: Debemos trascender de la palabrería hueca y la lucha encarnizada de mitos a la discusión real de la evolución del país. No podemos aferrarnos a cascarones políticos que corresponden a una encrucijada del pasado
.
Casi a renglón seguido desempolvó una añeja frase de los tiempos del salinato: El presidente ha desmontado el patriotismo petrolero, el mito genial del cardenismo, al demostrar que el general Lázaro Cárdenas fue más sensato y audaz que sus acólitos de hoy
.
El presídium lucía saturado de priístas connotados. Todos en el afán de estar en la primera línea del respaldo al mandatario: la cúpula partidista, los líderes legislativos, 19 gobernadores, los dirigentes de sectores (excepción hecha del cetemista Joaquín Gamboa Pascoe). A la distancia, fuera de los reflectores, estaba el líder del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps, quien guardó las formas disciplinarias del priísmo.
Formalmente estaba convocada la Comisión Política Permanente, conformada por 45 miembros, aunque dada la importancia
se extendió hasta saturar el auditorio. Sólo faltó un connotado miembro: Enrique Peña Nieto. Ausencia física, pero omnipresencia en los discursos. No hubo orador que escatimara elogios al Presidente y su iniciativa.
Hicieron desfilar en los discursos a poetas, filósofos, sociólogos y antepasados del priísmo. En la oratoria tricolor se invocó a Webber, Ortega y Gasset, Ramón López Velarde, Jesús Reyes Heroles y Lázaro Cárdenas (porque nuestros héroes no son patente de corso ni exclusividad de nadie
). Todo en aras de ensalzar la iniciativa, de prodigarle loas y atribuirle beneficios insospechados a la modernización energética, de aprobarse la iniciativa, y lanzar vaticinios catastróficos si se llegara a rechazar.
De avalarse, auguró el cenecista Gerardo Sánchez, la economía crecerá 6 por ciento, se combatirá la desigualdad social y se terminará de una vez por todas con el hambre y la pobreza
. De rechazarse, en el futuro habrá 90 millones en la pobreza (80 por ciento de la población) y el sector energético podría convertirse en un lastre
para la nación, motivo por el cual expresó el respaldo de la CNC hasta donde tope
, porque ya se sabe que “no faltarán adversarios que siempre le encuentren un ‘sin embargo’, como decía Webber”.
El cetemista Carlos Aceves del Olmo definió la reforma como el paso más importante
del gobierno de Peña Nieto, a quien no duda calificarlo de audaz y visionario en la búsqueda de reactivar la economía. En el fondo del salón, una ruidosa porra proveniente de Nezahualcóyotl reflejaba musicalmente la incondicionalidad del respaldo priísta.
Como todos los oradores, Aceves también le adjudicó atributos casi mágicos a la iniciativa en términos de empleo, crecimiento económico y hasta de mejoramiento del sistema de pensiones. Todo mediante la modernización de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal Electoral.