Opinión
Ver día anteriorMiércoles 7 de agosto de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Andanzas

Sankai Juku, Japón

D

irigida por Ushio Amagatsu, esta compañía de danza butoh recoge, desde su creación en 1975, una herencia milenaria de mitos, leyendas, historia y cultura de un pueblo sensible, cuidadoso de sus tradiciones y costumbres reflejadas en la multitud de expresiones artísticas, musicales, pictóricas, costumbres y ritos que dan riqueza a espíritus extremadamente perceptivos y creativos, como el propio Ushio Amagatsu, segunda generación de alumnos de los maestros Hijikata y Kazuo Ohno, “creadores del butoh, forma dancística surgida en Japón luego del impacto sociocultural de la terrible bomba lanzada en Hiroshima, como final de la Segunda Guerra Mundial.

La danza butoh es la reacción de las generaciones pos Hiroshima, que pusieron en marcha un enfoque radical y totalmente distinto de la danza contemporánea japonesa de aquel entonces.

Actualmente el butoh es una forma de danza inspirada en las blanquecinas sombras grabadas en suelo japonés, instantáneas eternas de las víctimas cuyos cuerpos fueron calcinados y quedaron estampados sobre el suelo de una ciudad destrozada. Asimismo, la milenaria tradición de las danzas estáticas orientales y el teatro Noh con su profundo sentido del ritmo interno del alma y su lentitud característica, parecen ingredientes aprovechados por todo un rompimiento de las danzas tradicionales y escénicas contemporáneas, para el advenimiento de las nuevas formas de expresión mediante el butoh.

Nadie como los maestros Hijikata y Kazuo Ohno absorbieron de la tragedia, la vida, para crear la imagen visible del mundo interior del espíritu, del propio movimiento, con sus cuerpos blanquecinos y la cabeza rapada, apenas vestidos con harapos o túnicas casuales.

Ha sido algo tan radical y notable esta danza japonesa –sobre todo en el maestro Amagatsu y su compañía Sankai Juku–, y han llegado a tal grado de interiorización, que sus obras, como esculturas vivientes, nos transmiten un intenso trabajo espiritual.

El trabajo corporal de la obra Tobari: como en un flujo inagotable parece haber transgredido el límite de la humanidad, para, como tránsfugas espirituales, convertirse en parte de un cosmos de belleza arrobadora, donde las estrellas titilando en el telón de fondo logran transmitirnos el mensaje de paz inmensa del maestro Amagatsu, a quien la gente aplaudió hasta el cansancio en un Palacio de Bellas Artes completamente lleno.

La espiritualidad y el misticismo del gran coreógrafo y artista japonés, más allá de los límites corporales con la suavidad extrema del movimiento, significativamente controlado y dominado en una técnica asombrosa; los bailarines se coordinaban como seres etéreos y volátiles, aunque es evidente que el esfuerzo físico ha sido transformado en energía suave y profunda, de gran belleza. La danza butoh transmite en su manera el nacimiento del mundo, el desarrollo del espíritu y la belleza como el vehículo indiscutible de una estética refinada y trabajadísima en cada uno de sus movimientos.

Amagatsu logró recrear una danza cósmica con seres etéreos intergalácticos caminando sobre nebulosas o espejos de agua azul intenso; nubes y efectos del universo, reuniendo de manera magistral una técnica asombrosa, un nivel creativo y emocional tan desarrollado que nos traslada a una especie de viaje eterno y placido más allá del tiempo y los afanes del mundanal ruido.

La obra se divide en siete secuencias de lo más interesantes y asombrosas. Lea los títulos para que imagine lo que vimos en Bellas Artes.

Ven a una nada sin límite; Una sombra en un sueño; Se reflejan los unos en los otros; Ensueño de porvenir vertical; Noche azul; En un incesante flujo, y Hacia una nada sin límite.

Y la música, una maravilla, de Takai Kako, Yas Kas y Yochiro Yoshikawa.

Los bailarines: Ushio Amagatsu, Semimaru, Sho Takeuchi Akihito Ichihara, Ichiro Hasegawa Dai Matsuoka, Norikito Ishi, y Sunsuke Momoki, todos y cada uno de ellos maravillosos.

Es interesante la tendencia de las famosas compañías, el usar no más de ocho, diez bailarines, lo cual parece más que suficiente, sobre todo si cada uno vale por dos o más.

Noche esplendida, satisfacción completa y la admiración y respeto de siempre a Amagatsu.