Son puentes comunitarios para crear un sistema nacional, dice su director García Barrios
Jueves 25 de julio de 2013, p. a48
Amealco, Qro., 24 de julio.
Todo es armonía en el hotel La Muralla. También melodía y ritmo, porque desde hace semana y media la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil de México (Osijm) realiza aquí su campamento de preparación para la que será su 22 gira nacional, que comienza el próximo domingo en la cabecera de este municipio.
Han sido jornadas intensas de sol a sol, divididas en ocho horas de ensayo, cuatro por la mañana y cuatro por la tarde-noche, en la que los 174 noveles músicos seleccionados este año, provenientes de diversos puntos de la República, trabajan de manera individual, por secciones, en ensambles y en tutti, es decir, la orquesta completa.
No obstante que sus edades fluctúan de nueve a 17 años y que la travesura aflora en sus aniñados rostros, estos incipientes intérpretes se toman muy en serio la oportunidad que año tras año, desde 2001, cuando fue fundada esta agrupación, les ofrece el Sistema Nacional de Fomento Musical para ahondar en sus estudios y preparación artísticos.
Ver su disposición y compromiso durante los ensayos seccionales es una enternecedora sorpresa. Parecieran ya músicos hechos y derechos, profesionales. Pero más conmovedor aún es observarlos y oírlos ya integrados como orquesta, atendiendo las indicaciones del director Eduardo García Barrios, titular de Fomento Musical, quien además este año estará en el podio de la Osijm durante la gira.
Sonido fresco
La Novena Sinfonía de Dvorak, conocida como Desde el nuevo mundo, suena imponente, y en no pocos momentos, brillante. Es una de las piezas que serán interpretadas durante la gira que la agrupación realizará por las ciudades de Guanajuato (29 de julio), San Luis Potosí (30 de julio) y Morelia (31 de julio).
A esos lugares se sumarán Zamora y Nurío, Michoacán, el primero y el 2 de agosto, así como la delegación Iztapalapa, donde la gira llegará a su final el 3 de agosto. Se escogió este último punto porque allí se proyecta abrir la primera orquesta comunitaria de la capital del país.
El Danzón número 8, de Arturo Márquez; la obertura de West Side Story, de Leonard Bernstein; la danza final de la suite Estancia, de Alberto Ginastera, y Una noche en la árida montaña, de Mussorgsky, en arreglo de Rimsky-Korsakov, complementan el programa de este año.
Ubicado en la periferia del municipio de Amealco, este hotel ha sido elegido por sexto año consecutivo por la Osijm para su campamento de verano.
Es un hotel temático, dedicado a la Revolución Mexicana, que ahora está prácticamente tomado por los 174 jóvenes músicos, los 16 maestros que trabajan con ellos, los 14 tutores que se encargan de cuidarlos y demás personal operativo y técnico de la agrupación, incluso dos restauradores de instrumentos y una bibliotecaria.
No todo ha sido música y ensayos. Parte sustantiva de este campamento, tradicionalmente, consiste en fomentar el conocimiento y la convivencia entre los jóvenes artistas.
De tal manera, se tiene programado un amplio y diverso programa de actividades de esparcimiento, entre las que se incluyen torneos deportivos (futbol sóccer y ping pong), proyección de películas, concursos de canto en karaoke y de baile, además de charlas con los músicos profesionales que hacen las veces de maestros.
Estos últimos son principales de sección en algunas de las mejores orquestas del país, como la Sinfónica Nacional, las filarmónicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ofunam), de la Ciudad de México (OFCM) y la de Querétaro, entre otras.
Una de las novedades en la Osijm a partir de este año, con el cambio de administración federal, es incluir entre los niños y jóvenes seleccionados a alrededor de 40 provenientes de las diversas agrupaciones comunitarias que Fomento Musical tiene en el país.
Ese es un tema que ya fue abordado por Eduardo García Barrios para La Jornada, en la edición del pasado miércoles, lo mismo que la instauración del programa Formando formadores, que en este campamento de la Osijm se traduce en haber otorgado becas a 12 jóvenes músicos de diversos puntos de la República que son capacitados para enseñar música en sus comunidades.
Esta es la primera piedra o experiencia de un programa de capacitación permanente de directores, maestros, instructores y monitores musicales comunitarios, el cual se estima arranque de manera formal en enero próximo.
Programa comunitario
De entre este torbellino de carismáticos atrilistas de la sinfónica infantil y juvenil de México destaca un pequeño percusionista. No sólo por su baja estatura ni por ser el de menor edad. Sobresale por su entusiasmo, entrega y talento al momento de hacer música. Su nombre es Roberto Carlos Juárez Valenzuela, tiene nueve años y es de Culiacán, Sinaloa.
Cuenta, solemne, que comenzó en la práctica musical hace cinco años, cuando se interesó en aprender a tocar batería. Ninguno de sus padres es músico, pero sus dos hermanas mayores estudian violoncello. Viendo su interés, su madre lo inscribió a clases de percusiones y desde entonces, confiesa, descubrió que ése es su mundo, incluso por encima de los videojuegos, que también disfruta mucho.
Gusta de las percusiones, porque goza al sentir cómo vibra en su cuerpo el sonido, porque le divierte tener las baquetas entre las manos, porque son instrumentos que a veces llevan el ritmo y otras la melodía, porque permiten combinaciones ilimitadas, dice, y no oculta su interés de dedicarse al arte sonoro de manera profesional, como director de orquesta.
La de ser músico profesional es una intención compartida también por el oboísta Paulo César Guzmán, de la capital poblana, quien de sus 13 años ha dedicado los dos más recientes a estudiar su instrumento de lunes a viernes, cuatro horas diarias. No considera que eso sea un sacrificio, es más, asegura que es un privilegio, como el de ser por vez primera parte de la Osijm.
“No cambiaría por nada del mundo la oportunidad de hacer música –expresa–. Es algo que me hace muy feliz. Desde que la estudio y ensayo mi vida ha cambiado mucho. Antes no hablaba con nadie, era muy tímido, y ahora ya no. Además, mis calificaciones en la escuela han subido mucho”.
Al concluir el ensayo de este miércoles, García Barrios refrenda que con esta experiencia con la sinfónica infantil y juvenil se establecen de manera formal los primeros puentes entre el trabajo artístico y el comunitario.
Reitera que su gestión en Fomento Musical consiste en construir de manera gradual un sistema de agrupaciones musicales comunitarias locales, estatales y regionales, con la idea a largo plazo de crear un sistema nacional.
Aclara que el comunitario no es un programa que tenga la finalidad de abatir la violencia en el país. Decir eso, sería mentira. Buscamos un impulsar un cambio en la perspectiva de vida de los niños y jóvenes participantes
.
Una pregunta obligada a propósito de la violencia en México es en relación con que la gira tocará diversos puntos de Michoacán, a lo que contestó: No viajaremos con miedo
, pero sí se tomarán todas las precauciones logísticas y de seguridad para resguardar la integridad de estos pequeños artistas.