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Los estudios se realizan en La Joya de San Martín Garabato, al sur del puerto de Veracruz

Chía y chapopote hacen perdurar milenarias construcciones de barro, según investigación

De la planta se extrae un aceite secante que se usó como solvente para mezclar el derivado del petróleo con la tierra, explican los expertos en arqueología y química orgánica

 
Periódico La Jornada
Martes 23 de julio de 2013, p. 3

Mediante la química orgánica, investigadores universitarios identificaron a la chía y el chapopote como las sustancias que hace más de mil años permitieron construir con barro edificios que permanecen hasta nuestros días, a pesar de lluvias y huracanes.

En el sitio arqueológico La Joya de San Martín Garabato, en Medellín de Bravo, al sur del puerto de Veracruz, hay arquitectura monumental construida entre los periodos protoclásico y clásico (entre los años 400 y 1000 d C).

En 2009 un grupo interdisciplinario empezó a estudiar materiales estructurales originales, preservación y mantenimiento.

El propósito de ese trabajo es conocer el avance tecnológico que permitió que se desarrollara una tradición arquitectónica que usó el barro como material de construcción en el trópico húmedo, para emplearlo en la restauración de estructuras arqueológicas y en nuevas edificaciones.

Annick Daneels, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), encabeza el proyecto Patrimonio arquitectónico en tierra: estudio y gestión, en el que participan Yuko Kita, del Programa de Becas Posdoctorales de ese instituto, y Alfonso Romo de Vivar, responsable del Laboratorio de Productos Naturales, del Instituto de Química (IQ).

Para el análisis, se tomaron muestras de la estructura, como rellenos, adobes, pisos y aplanados, de las que se extrajeron y separaron las sustancias, que en los laboratorios del IQ se sometieron a varios experimentos, como espectroscopia infrarroja, resonancia magnética nuclear y espectrometría de masas.

Los resultados se compararon con los de capas de chapopote sobre piezas de cerámica prehispánica del mismo periodo y sitio arqueológico. En ambos, encontramos hidrocarburos, ésteres aromáticos, y algunos que pensamos provienen de la descomposición del triglicérido de aceite secante, dijo Romo de Vivar.

Agregó que los hidrocarburos y algunos ésteres podrían provenir de derivados del petróleo, como el bitumen, llamado chapopote, palabra de probable origen nahua.

Kita indicó que de la chía se obtiene un aceite secante que habría sido utilizado como disolvente del chapopote. “Disuelto este último, se habría utilizado como estabilizante del barro. Quizá de esta manera se empleó en la construcción prehispánica.

Se sabe que en la antigua Mesopotamia se usaba bitumen para pegar los adobes o impermeabilizar la estructura de tierra, y actualmente en Estados Unidos se emplea para estabilizar la estructura de tierra cruda disuelta en solventes industriales o en forma de emulsión en agua. Los olmecas también lo utilizaban caliente para impermeabilizar sus construcciones. El caso de La Joya es distinto porque suponemos que disolvieron el bitumen en aceite secante, como el de chía, para poder mezclarlo con la tierra, expuso.

Romo de Vivar está convencido de que la chía, planta de origen mexicano, es la fuente del aceite secante. El triglicérido puede provenir de este último, según las señales en los espectros de resonancia magnética.

Kita añadió que el único aceite secante prehispánico que se conoce es el de chía, y se tienen evidencias en México de su uso intenso, en lugar del de linaza. Sin embargo, aún no podemos confirmarlo.

Como el empleo del chapopote disuelto en aceite secante en la construcción con barro no se había reportado en la literatura latinoamericana, los investigadores consideran que este hallazgo abriría nuevas rutas en los estudios sobre la arquitectura prehispánica de tierra cruda, y también sobre el origen de la materia prima, su producción y comercio en las antiguas culturas mesoamericanas.