Indígenas, niños y adolescentes, los más afectados, afirma
Miércoles 17 de julio de 2013, p. 3
Más de la mitad de la población en México padece hambre. Aproximadamente 20 millones de habitantes consumen la mitad o menos de los requerimientos mínimos nutricionales que, de acuerdo con la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), deben ser entre 2 mil 600 y 3 mil calorías diarias, y un porcentaje importante sólo ingiere entre 35 y 40 gramos de proteínas, cuando se recomienda de 70 a 80 gramos, aseveró Felipe Torres Torres, especialista del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La medición más reciente sobre pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señala que en 2010 25 por ciento de los mexicanos no tenían capacidad económica ni social para satisfacer sus necesidades de alimentación.
En el país existen 52 millones de personas en pobreza (46.2 por ciento de la población), de los cuales 11.7 millones (10.4 por ciento) están en pobreza extrema.
Dos de los sectores más afectados por este problema son indígenas, niños y adolescentes. Los datos del Coneval muestran que ocho de cada 10 indígenas son pobres y que cuatro de cada 10 viven en pobreza extrema.
Un reporte del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y del Coneval señala que 11.7 millones de menores de edad en el país (29.5 por ciento) también se encuentran en esa situación.
Al respecto, Torres Torres señaló que el país pasa por un estado latente de subconsumo
; es decir, un segmento de la población consume por debajo de los niveles nutricionales mínimos requeridos, lo que causa un problema latente de hambre. Consideró que se trata de un problema regional, pues dos terceras partes de los municipios y algunas grandes zonas urbanas enfrentan esa condición.
Señaló que la Cruzada Nacional contra el Hambre, emprendida por el gobierno de Enrique Peña Nieto, es un llamado de atención a la sociedad sobre la magnitud del problema; sin embargo, las acciones concretas muestran que sólo es un posicionamiento del tema y no una solución
.
La estrategia gubernamental, agregó, tampoco plantea corregir distorsiones del consumo, como la comida chatarra. “Tendría que considerarse la deschatarrización. No basta con campañas informativas, hay que ir al centro del problema: a la educación nutricional y a la normatividad. Imponer regulaciones a las empresas embotelladoras para reducir el contenido de azúcar en las bebidas y orientar a los niños para diferenciar los productos”.