a preservación de óvulos y su almacenamiento a bajas temperaturas tiene generalmente una justificación médica, pues estas células sexuales pueden ser empleadas por otras mujeres que presentan algunos tipos de infertilidad. Con los avances en las tecnologías de reproducción asistida, la donación de óvulos es una práctica que se ha extendido en muchos países. Ésta obedece a causas muy diversas entre las que, además de buscarse en algunos casos una retribución económica, puede destacarse el altruismo (La Jornada 9/7/13). Pero además, estas células pueden almacenarse para ser usadas posteriormente, no por una persona distinta, sino por la propia donadora
.
Las razones por las que una mujer decide almacenar sus óvulos para usarlos luego pueden ser de dos tipos: una médica y otra que podríamos llamar social. Un ejemplo de la primera son las mujeres jóvenes que reciben tratamientos que dañan al tejido ovárico y sus funciones, como la radio y quimioterapia en algunos tipos de cáncer. En estos casos pueden preservarse los óvulos por congelamiento (criopreservación) y al concluir los tratamientos, embarazarse si lo desean, empleando sus propias células mediante las técnicas convencionales de fertilización in vitro.
La preservación de óvulos por razones sociales
es muy interesante, pues no se justifica por una causa médica, sino por el deseo o la necesidad de postergar la maternidad hasta alcanzar metas personales, profesionales o encontrar a la pareja apropiada.
Lo anterior revela que hay un choque entre la forma de vida en la que estamos inmersos en la civilización actual, y la biología, al menos en lo que se refiere a la esfera de la reproducción. El tiempo reproductivo de las mujeres desde un punto de vista biológico, es una dimensión que se mueve de manera distinta respecto a los tiempos socialmente impuestos a ellas para alcanzar sus objetivos laborales, profesionales o personales. Las reivindicaciones alcanzadas por las revoluciones sexual y feminista han abierto caminos enormes para lograr la equidad de oportunidades, pero los tiempos sociales no son compatibles con la realidad biológica. Al parecer, no quedan más que dos opciones para empatar estos relojes: O se transforma la realidad social, o se transforma la biología.
Uno de los efectos más sorprendentes de las tecnologías de reproducción asistida es precisamente la modificación del tiempo reproductivo. En el caso de las mujeres, los límites ya no son la pubertad y la menopausia. La preservación de óvulos –e incluso de tejido ovárico– permite ensanchar ese límite, de tal forma que puede producirse un embarazo en edades posteriores a las habituales, una vez que se han alcanzado los objetivos profesionales y personales. Pero es muy importante tomar en cuenta que en este caso es la biología y no la sociedad la que se está transformando.
Se trata de un cambio que se encuentra en marcha, quizá todavía no de forma masiva, pero sin duda revela una tendencia. ¿Cuál es la magnitud de este fenómeno en la actualidad? Es difícil dar una cifra, pero algunos datos indirectos pueden ayudar a tener una idea sobre ella.
Una encuesta realizada en Holanda en 2011 entre 19 mil participantes, mostró que aproximadamente la mitad (47 por ciento) apoyó la criopreservación de óvulos y 50 por ciento se manifestó en favor de la instalación de bancos de óvulos en ese país. La mayor proporción de los que respaldaron estas medidas fueron mujeres con edad menor o igual a 45 años (Ned Tijdschr Geneeskd, 156(5):A4145, 2012).
Adicionalmente, se puede decir que hay una demanda creciente, que se expresa por el aumento de las clínicas de reproducción asistida en diferentes partes del mundo que ofrecen explícitamente este servicio con la denominación de Egg Freezing for Social Reasons (congelamiento de óvulos por razones sociales).
Un tercer elemento es el aumento de la frecuencia de estudios realizados en mujeres que acuden a los bancos de óvulos con la idea de usarlos posteriormente. El más reciente es el trabajo presentado la semana pasada en el congreso anual de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología, realizado en Londres, en el que Dominic Stoop, de la Universidad Libre de Bruselas, en cuyo hospital se encuentra uno de los centros de medicina reproductiva más grandes de Europa, dio a conocer los resultados de un estudio que incluyó a 140 mujeres que acudieron entre 2009 y 2011 a ese centro con el objetivo señalado.
Los resultados del trabajo presentado por Stoop revelan que la gran mayoría de las mujeres del estudio se muestran muy satisfechas con su decisión, al grado que 95.2 por ciento lo harían de nuevo (aunque en una edad más temprana), y casi todas lo recomendarían a otras mujeres. Los datos son contradictorios, pues aunque solamente 34.1 por ciento piensa que nunca tendrá que usar sus óvulos congelados, 75 por ciento consideró que su empleo era menos probable de lo que pensaban en el momento del procedimiento… Lo interesante, a mi juicio, es que todas optaron por un seguro contra la infertilidad.