Sergio Bautista habla de sus 17 años en cuatro Ceferesos
En el Altiplano obedeces y no discutes o los custodios te golpean
Domingo 30 de junio de 2013, p. 13
En los llamados Centros Federales de Readaptación Social (Ceferesos), como el Altiplano (antes llamado Almoloya), los presos tienen su bienvenida
, que consiste en lo mismo que cuando los internos levantan la vista al recibir una orden o la cuestionan: son sacados de sus celdas y, en fila, los custodios los golpean hasta dejarlos desfallecientes. En ocasiones, los castigados
amanecen colgados con las mangas de la camisola del uniforme, supuestamente suicidados
, revela Sergio Bautista Martínez, quien estuvo preso en cuatro centros federales desde agosto de 1996 hasta hace unos meses.
Entrevistado en la ciudad de México, Bautista narró sus vivencias en las prisiones federales de máxima seguridad, y cómo de agosto a noviembre de 2011, la hoy extinta Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, que dirigía Genaro García Luna, trasladó internos al Cefereso 5 en Perote, Veracruz, cuando estaba inconcluso.
Los internos sólo contaban con sus uniformes, no tenían cobijas, y algunos fueron encontrados muertos por supuestas causas naturales, aunque era a consecuencia del frío. Durante meses los internos eran alimentados con dos raciones diarias, compuestas por un jugo, un emparedado y una fruta. Eso fue hasta que los custodios protestaron por la alimentación, porque les daban lo mismo
.
–¿Cómo es la vida de un interno en los Ceferesos?
–La gente conoce cosas de Almoloya o el Altipano, como ahora se llama, pero no hay mucha información de lo que sucede en centros como Nayarit, Matamoros y Perote. Allí los casos se le olvidan a los medios, y muchas familias no van a visitar a sus internos porque los cambian a otras prisiones y ya no tienen dinero para el viaje.
En los Ceferesos aplican terapias de choque. Te bajan, te hacen sentir menos. Todo lo que fuiste fuera ya no existe. Son terapias muy violentas. En mi caso, no hubo mucha diferencia entre los días de tortura y al primer día en Almoloya. Eran terapias de tortura física y mental.
–¿Cuál es el trato para los recién llegados?
–A veces, para que uno se adapte, había que estar toda la noche parado y con los brazos en cruz. Lo peor era cuando llegaban personas que habían participado en un motín o en un enfrentamiento con policías o militares.
Bautista Martínez fue acusado de asociación delictuosa, intento de homicidio y daños en bienes. Fue detenido el 28 de agosto de 1996, supuestamente repartiendo propaganda del Ejército Popular Revolucionario. Tras 17 años, fue liberado porque no se respetó su derecho al debido proceso y fue torturado por sus aprehensores.
“En Almoloya, hasta antes de la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán, la comida era producida por uno de los mejores restaurantes de Toluca. Para un interno común, la ración correspondía a los alimentos que comían cuatro personas en su casa. Para los capos, los alimentos eran una porquería. Pero todo cambió con la fuga de El Chapo: todos comíamos lo mismo, a ellos les quitaron los radios y para la población se terminaron los talleres de pintura y repujado.
“Los internos con dinero podían comprar productos en la tienda de la prisión y con ello se hacían de poder porque regalaban una sopa, papel sanitario, ropa usada que fuera del mismo color del uniforme. Y eso pasaba aunque estaba prohibido, pero había manera de hacerlo. Para los capos todo se compraba, y quien se negaba, era una piedra en el zapato.
“Hubo etapas muy duras y otras muy relajadas. Una de las relajadas fue cuando asesinaron a unas personas en Almoloya (entre ellas el hermano de El Chapo, Arturo El Pollo Guzmán, el 31 de diciembre de 2004). Se hacían muchas cosas que no estaban permitidas.
“Luego todo cambió. Hubo transferencias y los custodios se volvieron más estrictos. Se llegó a advertir que más valía acatar las órdenes, no mirar a la cara al custodio ni discutir. Sólo se puede decir ‘sí, señor’, ‘no, señor’, porque de lo contrario los custodios golpean a los internos o te castigan si dices algo a los de derechos humanos.”