Amigos presentaron Soy un hombre de pluma y me llamo Renato
Domingo 30 de junio de 2013, p. 4
Un mezcal por Leduc
fue el llamado que convocó en la cantina La Jaliscience para recordar al periodista, poeta, intelectual, alburero y bohemio Renato Leduc (1895-1986). Amigos, colegas y parroquianos se reunieron en la presentación del libro Soy un hombre de pluma y me llamo Renato (Editorial Artes e Historia de México), el martes pasado en el centro de Tlalpan, entre bullicio, chacoteo, anécdotas y poemas.
Coordinado por Fred Álvarez y Pepé Alcaraz, en el libro se recuerda y honra al hombre que en muchas ocasiones, en la cantina La Jaliscience o en otras mejores o en peores viandas, disertó sobre su pasión
. En sus páginas se incluye sus andanza en voz de sus amigos, ensayos sobre su obra, una entrevista, además de poemas, fabulillas y textos periodísticos de Leduc, hombre que pasó por su tiempo con la sabia virtud de conocerlo
.
Entre altos muros cubiertos por fotos y carteles, mientras la música de José Alfredo fluyó desde algún rincón y se unió al tintineo de los vasos, Pepé Álcaraz preguntó: ¿Por qué en una cantina?
, y agregó la respuesta: “no es para declamar el Brindis del bohemio. Pero, aunque no le gustaba a Renato, él era eso: un bohemio. Pero una cantina es donde pasa la historia, la vida. las leyendas y fábulas que se construyen en torno del México del siglo XIX y XX, un concepto que hoy casi desaparece”.
Jorge Mélendez, uno de los tantos que tomó el micrófono, evocó a Leduc como dirigente de organización de periodistas y fundador de la Agencia Mexicana de Periodistas, donde estaban varios comunistas famosos.
a las estatuas y a los bustos las mean los perros y los cagan las palomasFoto Alondra Flores
Historias de cantinas, como símbolos de la charla amena entre intelectuales y lugares de creación, vinieron nombres como La Ópera, La Guadalupana o La Morada de Paz. Meléndez Preciado, quien también aportó un texto al libro presentado, contó que era en la cantina, frente al último despacho de Leduc, donde recibía sus llamadas y acudía hasta ahí a contestar.
A lo mejor Renato no estaría muy contento con este homenaje. Porque ya tiene una calle y un busto. Y decía que nunca hubiera aceptado ni tener una estatua, ni un busto. Preocupados, preguntamos por qué, y dijo muy sabiamente que a las estatuas y a los bustos las mean los perros y los cagan las palomas
, relató.
Propuso realizar una recopilación de todos sus artículos, donde hay joyas en el manejo del idioma. Lenguaje prosopopéyico que hacía todos los días en sus columnas y que leía desde el Presidente de la República hasta el metapalero mas cercano; lenguaje que inventa realidad y no que describe.
Agregó, “por eso, el niño Monsiváis decía que Renato es uno de los poetas más grandes de México, porque hay que leer algo fundamental: El Prometeo sifilítico, porque es oponerse al PRI, al gobierno, a la Iglesia, a la derecha y a las buenas conciencias”.
Durante la velada, se alzó el caballito de mezcal y se pronunció: ¡Señores, en esta cantina, donde Renato degustaba, departía, contaba chistes y bufonadas, hablaba del olé del toro, brinden por ese hombre universal, comprometido y amoroso con México!