Lunes 17 de junio de 2013, p. 4
Recife. Estadios sin terminar, tránsito saturado, cartelería inexistente, horarios insólitos y viajes eternos: si algo está demostrando en sus primeros pasos la Copa Confederaciones, es que el Mundial de futbol de Brasil 2014 está aún a medio hacer. Mientras en Río de Janeiro los problemas parecen ser menores, en otras ciudades, en especial en Recife, pasa de todo: desde un sillón de tres plazas obstruyendo una oscura carretera repleta de pozos en una noche de lluvia torrencial, hasta una selección como la de Uruguay que estuvo dos días sin entrenarse porque no disponía de un campo en condiciones. Tan molesto está Óscar Tabárez con las trabas que encontró su selección, que está pensando en instalarse permanentemente en Salvador de Bahía, pese a que en su tercer partido del Grupo B debe volver a jugar en Recife.