Usuarios y visitantes del Bosque de Chapultepec denuncian la tala de árboles, exceso de vendedores ambulantes y el deterioro de jardines y áreas comunes, sobre todo en las zonas periféricas, lo que afecta al pulmón verde y sitio de esparcimiento de miles de personas, que ha sido sujeto de diversas remodelaciones en diferentes puntos.

El descontento entre defensores del medio ambiente, como Emy González, integrante de Ecomunidades, es la agresiva tala y poda de árboles que se realiza en aras de sanear el bosque en la Segunda Sección, donde una cuadrilla de trabajadores realiza los cortes y derribos de las especies arbóreas, que son trituradas y convertidas en aserrín.

En un recorrido, se constataron los trabajos de poda, que a decir del investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales (Inifap), Héctor Benavides, responsable de los mismos, se llevan a cabo con base en un estudio realizado sobre las condiciones de la zona arbolada.

En total serán derribados 620 árboles y podados 573 más, la mayoría eucaliptos, que ya están muertos o representan un alto riesgo por el grado de inclinación, refirió, al señalar que estas labores continuarán en el jardín Ghandi y en la falda del Castillo de Chapultepec.

Otra queja recurrente es la selectiva rehabilitación de la Segunda Sección, pues mientras el área confinada a la pista conocida como El Sope luce con luminarias solares, gimnasio al aire libre y jardineras en perfecto estado, a unos pasos las instalaciones se encuentran grafiteadas, las fuentes agrietadas y en desuso, y los columpios oxidados.

Hay áreas muy bien cuidadas, hay jardines hermosos, pero cuando te alejas del bullicio y los lugares más concurridos, te encuentras que hay abandono y el pasto se encuentra seco, por eso hay concentración de gente sólo en algunas zonas, refirió la señora Carmen Zúñiga, asidua visitante.

En la Primera Sección del Bosque de Chapultepec el reclamo generalizado lo sintetiza María Teresa Carrasco, quien llegó con su familia, procedente de Tabasco: El bosque está lindo, tiene muchos atractivos, excelente el Castillo, pero hay demasiados vendedores, aturden con sus gritos, y la comida que venden, aunque los puestos se ven muy bonitos con sus sombrillas, no es buena, sabe a plástico.

Los andadores que dan al zoológico, la zona más concurrida, está repleta de puestos que venden todo tipo de baratijas, pintacaritas, super héroes y uno que otro caballito de madera con los sombreros de charro para la foto del recuerdo, que aún subsisten.