Odiado campeón
al vez la palabra campeón sea de las más añoradas actualmente. Hasta las escuelas infantiles se venden con promesas de campeonatos en su intento por conseguir clientes. Prometen enseñar a los niños a ser ganadores, y en la venta de humo, nunca les dan la oportunidad de desarrollarse. ¿Cuándo les van a enseñar a que después de caer habrá que levantarse y aprender de los errores? En lugar de enseñar compromiso, o el valor de enfrentar los fracasos, lo único que premian es el gol, la canasta y el trofeo. Cuando el deporte sólo se entiende por victorias, se le resta valor pedagógico.
Existe un gran problema en la necesidad de demostrar superioridad, y cuando el deporte lo promueve, en vez de avanzar, retrocedemos. Si la práctica deportiva fuera exclusivamente una separación entre ganadores y perdedores, nada de constructor le quedaría. La evolución está en intentar ser más rápido, más alto y más fuerte que el día anterior.
Cima solitaria
Cuando la batalla sólo es externa, externas serán las conquistas, y el avance dependerá de las carencias del otro. Una persona debe intentar ser superior, pero superior a la imagen pasada de sí misma. La batalla a ganar es la propia, ya que es la única que permite evolucionar. La conquista está en dar la mano al competidor, reconociendo su valor en el impulso de crecer en compañía. Que el día de hoy me derroten, no quiere decir que hoy me maten, sino muy por el contrario, me crea otra oportunidad de mejorar. Quien entienda que el deporte sólo se trata de ganar, encontrará en el mejor escenario una cima solitaria, sin haber entendido que las verdaderas conquistas no son por encima de alguien, sino las que requieren humildad y necesitan de un maestro, que bien puede ser el rival.
El Club América ha resultado campeón, y festejaba pidiendo más odio en las camisetas de sus jugadores al recibir el trofeo. Campeón, no es necesario que pidas que te odie; ya es bastante el odio que tienes por los otros, reflejo del odio que te tienes a ti mismo. Cuando el deporte se trate sólo de campeonatos, mejor apaga y vámonos. La soledad de un equipo que pide el odio de los demás está nutrida por una necesidad de demostrar que vale, porque no logra convencerse a sí mismo. ¡Felicidades campeón, te puedes quedar solo! Por no entender que el deporte puede ser más que una guerra.