OIT: salarios, a la baja
En México, caída libre
Ya lo dijo Súper MAM
espués de analizar lo que pasa en el planeta, la afligida Organización Internacional del Trabajo (OIT) llegó a la conclusión de que la capacidad de compra de los salarios se mantiene muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis
, es decir, en 2008, cuando el estallido se reconoció de forma oficial.
El panorama no resulta nada grato, señala el citado organismo, pues los salarios promedio en el mundo, medidos en términos reales, apenas crecieron 1.2 por ciento a escala mundial en 2011, por debajo del 2.1 por ciento alcanzado en 2010 y 3 por ciento en 2007 (La Jornada, Roberto González Amador). Lástima que el análisis de la OIT sólo se enfoque al periodo de la crisis más reciente y a su repercusión internacional en términos de ingreso promedio.
Lo anterior, porque si la OIT hubiera tomado la realidad salarial mexicana como punto central del su análisis entonces su aflicción se habría convertido, de inmediato, en pánico, toda vez que si se muestra asombrada por la tendencia descendente en el aumento de los salarios promedio a escala mundial lo acontecido en México fácilmente le habría provocado un infarto.
Entre 2007 y 2011, de acuerdo con el citado organismo internacional, los salarios promedio en el mundo habrían aumentado a una tasa anual de apenas 1.26 por ciento en términos reales, lo que en castellano simple quiere decir nada. Ello es alarmante, sin duda, pero en el caso mexicano en igual periodo la caída fue de 14.3 por ciento, también en términos reales, producto de las sabias decisiones y acciones de un gobierno que les prometió vivir mejor
(léase el de Jelipe, hoy cómodamente instalado e intocado en Harvard).
Como el pasado sábado se anotó en este espacio, en el periodo de referencia, de acuerdo con la Cámara de Diputados, en México crecieron el desempleo y la ocupación informal. El ingreso de los trabajadores tampoco mejoró, pues el promedio real por cabeza alcanzó 5 mil 283 pesos mensuales en el cuarto trimestre de 2012, mientras en el segundo trimestre de 2007 (su nivel máximo) fue de 6 mil 167 pesos, es decir, que en poco más de cinco años el ingreso mensual promedio de los trabajadores se redujo 14.3 por ciento.
El promedio internacional apunta a un aumento raquítico en términos reales, pero incremento al fin, como dirían los optimistas, pero en el caso mexicano el desplome ha sido brutal, algo que por lo demás tampoco constituye una novedad, pues esa ha sido la tendencia desde cuando menos el inicio del resultón régimen neoliberal, que acumula tres décadas de estancia en Los Pinos.
En este contexto, el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM condensa la situación de la siguiente manera: El desplome acumulado (1987-2013) en el poder adquisitivo de los salarios mexicanos es de 79.16 por ciento en términos reales
. Y tan sólo en los cuatro primeros meses del gobierno peñanietista la caída ha sido de 9.43 por ciento.
El CAM señala que la mejor forma de entender esta tenebrosa realidad es comparar la capacidad de compra de un salario entre una fecha y otra. Así, por ejemplo, en diciembre de 1981 con un mini ingreso se adquirían 18.67 litros de leche; para diciembre de 1987, 12.5; en igual mes pero de 2000, sólo 5.83, y para abril de 2013 apenas 4.57. Entonces, a partir de la implementación del modelo neoliberal en el país las familias mexicanas han dejado de consumir 14.1 litros de leche
no por gusto, sino por la constante pérdida de poder adquisitivo del salario.
Idéntico ejercicio se puede hacer con uno de los alimentos fundamentales en la dieta de los mexicanos: la tortilla. El último día de 1981, con el salario mínimo se podían comprar casi 51 kilogramos de ese producto; en el mismo mes, pero de 1987, la capacidad de compra se había reducido a 32.25; al arribar Vicente Fox a Los Pinos el mini ingreso sólo podía comprar 9.47, y cuando felizmente se fue Calderón apenas 5.19. La tortilla representa por excelencia uno de los alimentos de la cultura mexicana, por generaciones ha estado presente en la dieta de nuestras familias, pero comienza a ser un artículo de lujo; en ese lapso se han dejado de comprar y consumir 45 kilogramos
, apunta el CAM.
Un producto fundamental para la preparación de los alimentos en todo hogar mexicano es el aceite. Explica el citado centro de análisis: en 31 años las familias han dejado de consumir 4 litros 360 mililitros; el primero de enero de 1982 con un salario mínimo se podían comprar 6 litros, y para el 25 de abril del 2013 apenas 2 litros y 380 mililitros.
Otro comparativo es el pan (el que se come; el otro, ni regalado). El consumo de este alimento es un ejemplo emblemático sobre la reducción del poder de compra de las familias mexicanas, las cuales, en 31 años, dejaron de consumir 247 piezas de pan por el poder adquisitivo real de un salario mínimo
. En efecto, el primero de enero de 1982 con un mini ingreso del Distrito Federal se adquirían 280 bolillos; al cierre de abril de 2013, apenas 32.
Lo mismo se puede hacer con otros alimentos. Dice el CAM que en la dieta de las familias mexicanas se encuentra el consumo diario de huevo, y en un periodo de 31 años han dejado de consumir, en promedio, 6 kilos 310 gramos
. De igual forma, en la cultura alimentaria mexicana se encuentra presente dentro de las semillas el frijol: con la implementación del modelo neoliberal las familias mexicanas han tenido que reducir el consumo en 9 kilos con 540 gramos en tres décadas
, y descontando.
Entonces, sin duda es preocupante la realidad internacional descrita por la OIT (la capacidad de compra de los salarios se mantiene muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis
), pero el caso mexicano parece cuento de terror. Y lamentablemente no lo es.
Las rebanadas del pastel
Podéis estar intranquilos, que ya lo dijo Súper MAM: “No conseguirán desestabilizar el Distrito Federal… no nos puede ganar nadie… la buena noticia es que somos más los que queremos que la ciudad esté bien, los que vemos una ciudad en donde se puede convivir. Los que encontramos espacios de desarrollo somos más, muchos más” (Miguel Ángel Mancera dixit). Y colorín colorado, este cuento apenas ha comenzado. Por cierto, palabras más o menos, a lo largo de seis años eso mismo repitió el tal Jelipe, y miren la madriza que le metió a esta República de discursos.