nada saben
Sábado 8 de junio de 2013, p. 3
Ayer Tepito amaneció blindado. Después de la ejecución de cuatro personas en un gimnasio ubicado en la calle de Panaderos 49, casi esquina con Carpintería, ocurrido la noche del jueves, cientos de policías de distintos sectores de la ciudad se han apostado en este barrio.
El jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, anunció esa misma noche que retomaría el control de la zona desplegando 200 elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) y 200 de la policía de investigación de la procuraduría capitalina.
Desde esa instrucción, en las calles de la colonia Morelos, delegación Venustiano Carranza, los rondines en camionetas con elementos armados se pudieron observar cada tres o cinco minutos. Los vehículos iban con al menos cinco elementos de los agrupamientos Fuerza de Tarea, Relámpagos o Granaderos.
El local donde ocurrieron los hechos, con razón social Body Extreme, quedó asegurado desde la madrugada con sellos de la procuraduría capitalina relacionados con la averiguación previa FVC/VC-1/T3/01029/13-06 por el delito de homicidio.
De acuerdo con los vecinos de la zona, la presencia policiaca ocurre cada vez que hay un asesinato y luego todo vuelve a la normalidad. El viernes pasado mataron a otra persona que se resistió a ser asaltada a unas cuadras de aquí y la vigilancia sólo duró dos días
, acusó uno de los vecinos que trabaja en la calle de Carpintería.
Sin embargo, otros habitantes del lugar temen que a partir de ahora cada semana haya ejecuciones en la zona, luego de la desaparición de 12 jóvenes del barrio ocurrida en el antro Heaven, de la Zona Rosa, el 26 de mayo pasado.
Por ello, la presencia policiaca, que inundó cada calle de la zona desde la noche del jueves, fue percibida por los habitantes del lugar como una forma de calmar las cosas
.
Al lado del gimnasio Body Extreme, donde un grupo de hombres armados entró a asesinar a tres personas y dejó herida una más, que posteriormente murió en el Hospital Balbuena, los comercios permanecieron cerrados. Pero tan sólo unos metros más allá, los vecinos transitaban de forma normal.
Al ser cuestionados sobre si conocían a las personas fallecidas o reconocían ese lugar como un punto de riesgo, los habitantes de la colonia, respondían automáticamente que ellos nada saben y a nadie conocen. No obstante, dirigían saludos cercanos a cada lugareño que pasaba a curiosear.
Aquí siempre ha sido así. Hay balaceras y luego todo se tranquiliza. Nomás se matan los que se tienen que matar
aseguró un vendedor de refacciones usadas de la calle Panaderos.