Ánimos revanchistas
an pasado sólo poco más de 20 años de la disolución de la Unión Soviética y, en algunas de las repúblicas que se declararon independientes, la generación de los nacidos en los primeros años de los 90 del siglo pasado no conoce su pasado o, mejor dicho, da por única y correcta la versión que conviene a los políticos que ejercen el poder.
Sólo así se explica que durante lo que en tiempos soviéticos era la fiesta más entrañable para todas las naciones que formaban parte del país, el Día de la Victoria, es decir, del triunfo sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, un centenar de jóvenes haya desplegado en la plaza principal de su capital una inmensa manta hasta hace poco impensable: ¡Váyanse a casa, ocupantes rusos!
Sucedió en Moldavia, el país más pobre de Europa según los criterios de clasificación del Banco Mundial, el 9 de mayo anterior, a iniciativa de la organización Ac_iunea-2012, que propugna por la unificación con Rumania, donde quedan 200 mil rusos, sin contar los 165 mil que viven en la región independentista del Transdniéster.
Hubo quien trató de minimizar el agravio a la memoria de los 18 mil 700 soldados soviéticos que murieron durante los combates para liberar a Moldavia del fascismo diciendo que se trató de una respuesta al gran concierto que se llevó a cabo el mismo día para celebrar el Día de la Victoria, financiado por la embajada de Rusia.
Es cierto que, ante 50 mil personas reunidas en la plaza de la Gran Asamblea Nacional, emblemático sitio donde se proclamó la independencia de Moldavia, actuaron famosos cantantes rusos y felicitó a los congregados –con un discurso tan encendido como incendiario–, Dimitri Rogozin, vicepremier del gobierno de Rusia.
Sin embargo, el problema parece venir de lejos porque 10 años antes, cuando el Partido Comunista tenía mayoría en el Parlamento de Moldavia, se aprobó la ley que iguala en derechos a los veteranos soviéticos y a los moldavos que sirvieron en el ejército rumano.
Aliados de la Alemania de Hitler, a los soldados rumanos-moldavos –guardias en campos de concentración y en funciones de policías– se atribuye la muerte de entre 380 mil y 600 mil judíos en los territorios de Moldavia, Ucrania y Bielorrusia.
Los ánimos revanchistas, en realidad, no pretenden propiciar un conflicto armado con previsible guión diferente al del mito bíblico entre un indefenso David y un gigante Goliat con misiles nucleares, sino son sólo una muestra más de la intención de hacer evidente la ruptura con Rusia para facilitar la integración en la Unión Europea.
Con ello se pretende mostrar de qué lado se quiere estar. Igual que la reciente decisión del Parlamento de que Moldavia –que a partir del siguiente 9 de mayo va a conmemorar el Día de Europa– no participe en los actos conjuntos de las ex repúblicas soviéticas para celebrar el 70 aniversario de la Victoria, en 2015.