Cultura
Ver día anteriorSábado 8 de junio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Eduardo Subirats impartió en el CaSa un taller sobre el género y la Revolución

El muralismo ha muerto; hoy los artistas crean lejos de la realidad

El filósofo compartió sus reflexiones acerca de la censura contra ese movimiento artístico a mediados del siglo XX

Del centro de artes, alaba su apertura a los problemas sociales y por ser de una sofisticación ejemplar, que retoma las tradiciones ancestrales y la vanguardia

Foto
El ensayista catalán en una imagen de archivoFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Sábado 8 de junio de 2013, p. 3

El significado del muralismo en México, entre 1920 y 1970, debería ser una reflexión sobre una conciencia crítica en el arte frente al mundo contemporáneo; en contraste, nuestros artistas hoy se dedican a trabajos que no tienen nada que ver con nuestra realidad, como si viviéramos en el paraíso de pequeñas becas estatales.

El filósofo y ensayista catalán Eduardo Subirats planteó esa reflexión durante el taller Muralismo y Revolución que impartió en el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), del 23 de mayo al primero de junio.

El muralismo ha muerto. Vamos a decirlo así, afirma en entrevista durante su visita al centro cultural oaxaqueño. Sin embargo, agrega, es el movimiento artístico mexicano más importante del siglo XX.

Durante la conversación expresa que debido a sus implicaciones revolucionarias y a que llevó la estética de la vanguardia a sus extremos más creativos y radicales, el muralismo fue censurado por la propaganda anticomunista en el contexto de la guerra fría. “La censura data de 1933, cuando Rockefeller ordenó destruir el fresco El hombre en la cruzada de la historia y mandó a Diego Rivera a su casa.

“Este no fue un acto aislado, fue reiterado meses después por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, que tres años más tarde hizo una gran exposición llamada Cubismo y arte abstracto. No sólo no citaba un solo artista latinoamericano, sino que se declaraba al realismo, indirectamente, como un arte asociado a algo premoderno, nacionalista y totalitario. Ahí se dictó que el buen arte era abstracto, que no era político y que era internacional. Ese fue el gran cisma, el gran parteaguas que condenó al muralismo al olvido”.

En 1971, durante el acto inaugural del Polyforum, David Alfaro Siqueiros definió claramente el final de la Revolución Mexicana en el mural La marcha de la humanidad. Muy consciente, apenas había salido de la cárcel, vio que la lucha estaba perdida y por eso hizo esa grandiosa escenografía, que en parte tiene que decir: hemos sido derrotados, pero la lucha continúa.

Este mismo tema, con la pregunta ¿Es el Polyforum Siqueiros el final del muralismo?, concluyó el sábado pasado el taller de cuatro sesiones que comenzó en el CaSa el 23 de mayo. Además el teórico español, nacido en Barcelona en 1947, impartió dos conferencias en el Instituto de Artes Gráficas (Iago).

Diego Rivera, José Clemente Orozco y Siqueiros fueron artistas centrales en las cuatro sesiones, en las que la Revolución Mexicana es un elemento esencial para el análisis del movimiento artístico mexicano que se desarrolló durante el siglo pasado. La relación del muralismo con la revolución es muy compleja, a dos bandas, define Subirats. Agrega que el movimiento social infundió la pasión crítica, reformadora de la memoria y una visión de futuro, mientras el muralismo, a pesar de la censura, ha influenciado de manera poderosa.

Por ejemplo, la visión de la historia y el genocidio español en Mesoamérica que se ofrece en los frescos de Rivera en Palacio Nacional, o en el tratamiento que Orozco hace del mito de Prometeo, que es una forma de esclarecimiento de la decadencia y la barbarie tecnológicamente organizada en el mundo capitalista hasta hoy.

Un mundo de barbarie explícita

Eduardo Subirats apunta que “hoy vivimos una situación probablemente peor que en 1971, en el sentido de que hay crimen organizado, corrupción ligada a este crimen, que todo mundo sabe que llega hasta los mismos centros de poder político nacional. Hay una interferencia de Estados Unidos que va más allá de lo que se podría considerar como imperialismo tradicional; es una forma ya de protectorado militar y político. Hay una miseria social inmensa, el país se desangra mandando obreros clandestinos que trabajan como esclavos en Estados Unidos. Vivimos un mundo de barbarie explícita.

Sin embargo, nuestros queridos artistas hoy se dedican a trabajos que no tienen nada que ver con nuestra realidad, como si viviéramos en el paraíso de pequeñas becas estatales o exposiciones. Existe un desfase entre lo que ocurre en la parálisis intelectual y artística, que se da en México, Estados Unidos o Europa.

Es el diálogo que desea establecer en el CaSa, fundado por el pintor Francisco Toledo, que en palabras de Subirats “es el centro intelectual y artístico más importante de América Latina.

Francisco Toledo es un artista que tiene esta visión amplia, crítica, social y dialogante con una sociedad muy castigada, como es la del pueblo de Oaxaca, que ha sufrido tremendos y constantes agravios de los poderes. Y sigue ocurriendo en muchos sectores sociales la enorme pobreza, más las crisis ecológica. Es un centro que está abierto a esos problemas y al mismo tiempo a una creación artística de alto nivel, de una sofisticación verdaderamente ejemplar, que retoma las tradiciones ancestrales y la vanguardia.