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Ofrece cursos del idioma, con la posibilidad de perfeccionar estudios en el país asiático

La UAM-X otorga un espacio a la lengua y la cultura milenaria china

Es parte del Centro de Ciencias de la Transición, que también alberga el Programa Mundial de Investigación Avanzada, de participación internacional

Prepara una semana cultural y ciclo de cine

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Dragones y otros objetos ornamentales de origen chino decoran la salaFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 2 de junio de 2013, p. 37

A la entrada, una hilera de plantas de bambú, y más adelante, en la estancia, el pasillo, los salones y el laboratorio de idiomas, lámparas de papel rojo, pictogramas de la lengua escrita y dragones colgados del techo; imágenes de Confucio, Mozi, Sun Yat-Sen, Mao Tse-Tung y otras figuras históricas; réplicas en fibra de vidrio de los famosos guerreros de terracota, y paisajes de la Gran Muralla y de jardines, en plásticos adheridos a las ventanas. Todo un microuniverso creado en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Xochimilco, conocido como la Casa de China.

Se trata de un espacio amigable para estudiar la lengua y la cultura de ese país, comenta Alexis Lozano, ingeniero en computación e inteligencia artificial y profesor de chino mandarín. Aparte de recién nombrado coordinador de la casa, este joven de 28 años ha desarrollado un software inter­activo, único en Latinoamérica, para la enseñanza multimedia de dicho idioma.

El micromundo, la primera Casa de China en México, se ubica en el tercer piso del edificio I, fue inaugurado a finales del año pasado y la mayoría de los objetos mencionados fueron concebidos y fabricados por estudiantes de diseño de la universidad, comenta Lozano durante un recorrido con La Jornada.

El singular espacio es parte del Centro de Ciencias de la Transición de la UAM, y aunque no cuenta con el auspicio del gobierno chino, sí hay un convenio de intercambio con ese país, mientras su embajada en México reconoce a la casa y su programa de estudios como escuela.

El rector general de la UAM, Enrique Fernández Fass­nacht, se refirió hace unos días a los amplios lazos con ese país y mencionó que la Academia China de Ciencias Sociales se encuentra incorporada al Programa Mundial de Investigación Avanzada de esta universidad mexicana. Tras considerar a la Casa de China como un proyecto de vanguardia, informó de los convenios de la UAM con 15 universidades de ese país, incluida la de Pekín.

Lozano muestra una escultura del emperador Chin, unificador del país tres siglos antes de esta era, cuando la actual potencia económica se encontraba dispersa en pequeños territorios. Chin también realizó la primera unificación del idioma y estableció reglas para la escritura. Tuvo un ejército tan poderoso que dominó toda China, y una muestra fueron los guerreros de terracota, una reproducción de sus soldados en esculturas.

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La Casa de China en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco ofrece cursos del idioma chino mandarín (o pequinés), donde hay unos 200 alumnosFoto José Antonio López

La Casa de China suma unos 200 alumnos y lleva apenas cuatro de los ocho trimestres de que consta el curso de chino madarín, el cual se integra en seis niveles de enseñanza, como en todo el mundo. Sin embargo, se pueden ir a estudiar al país asiático otros niveles superiores, como lo hizo Lozano luego de aprenderlo en la Universidad Nacional Autónoma de México. Incluso, dice, pretende regresar a China para estudiar un doctorado en culturas de ese país, de modo que profundizará la imbricación de computación y lingüística.

Mientras muestra el laboratorio, comenta que se preparan actividades como la Semana de la Cultura China, y un ciclo de cine, en coordinación con la embajada, porque es difícil conseguir películas con subtítulos en español. En el laboratorio se cuenta con una computadora para cada alumno en clase. Hay además dos salones convencionales y una área administrativa.

La mayoría de los estudiantes del cuarto trimestre, informa, han recibido becas para visitar China debido a sus buenas calificaciones. Dice que el chino mandarín se estudia, entre otros, en el Instituto Politécnico Nacional y la UNAM, donde además del Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras (CELE) existe el Instituto Confucio, que no es de esa universidad pero ahí tiene su sede.

Lozano explica que el chino mandarín escrito cuenta con unos 35 mil caracteres, de los cuales él, que es un maestro, domina unos 5 mil o 6 mil. La escritura originalmente era sólo de pictogramas, pero como era imposible crear uno para cada idea, se comenzaron a hacer combinaciones. En los caracteres antiguos eran muy notables las imágenes, pero en los últimos años, sobre todo a partir de Mao, se ha acentuado un proceso de simplificación para escribir y memorizar más rápido.

La combinación de pictogramas, agrega, también ha llevado a una abstracción. “Se toma el sonido –la lengua primero fue hablada y luego escrita– y se busca otro pictograma que suene parecido, aunque la imagen no tenga nada que ver. Como el chino escrito no es fonético, no importa que haya evolucionado la lengua hablada. La escritura de hoy es muy parecida a la antigua y la gramática cambia poco. La escritura china es más difícil por la cantidad de caracteres, pero a cambio se pueden leer en chino antiguo los textos de Confucio”.