El artista Feliciano Béjar (1920-2007) estaba convencido de que el arte es una forma de vivir en armonía, lo cual se refleja en la exposición Feliciano Béjar, explorador, que se inaugura hoy en la sala de temporales del Museo de la Luz, ubicada en el Patio Chico del Antiguo Colegio de San Ildefonso.

La muestra consta de 19 magiscopios (esculturas elaboradas en metales, vidrios, cristales, plásticos y resinas), así como cinco tapices abstractos de múltiples colores creados por el artista michoacano. A través de las obras toca todo su entorno y traslada al espectador al mundo de la belleza.

La exposición, según explican los organizadores, permite un acercamiento al mundo de las emociones y a las posibilidades expresivas relacionadas con la poesía y con la elocuencia que transmite la preocupación del artista ante la posibilidad de un mundo mejor.

Feliciano Béjar, oriundo de Jiquilpan, Michoacán, nació en 1920 y murió en el Distrito Federal en 2007. Su educación académica se limitó a dos años de secundaria en el Colegio Salesiano de Artes y Oficios en Guadalajara y fue completamente autodidacta en materia artística.

Trabajó en diversas técnicas, desde pintura, dibujo, grabado y escultura (en madera, cerámica, metales soldados, bronce, piedra, acero inoxidable, cristal y plástico), hasta tapices, escenografía, construcción de casas, diseño y realización de jardines y paisajes.

Sus primeras obras se caracterizan por la reutilización de materiales y la experimentación con nuevas técnicas.

En las salas del recinto, según se explica en las cédulas, el espectador es invitado a descubrir de manera lúdica los posibles caminos para encontrar esa chispa o fenómeno luminoso que se puede ir dando a medida que se descubren los diferentes juegos de acción, movimientos dinámicos o cósmicos, para encontrar el misterio, el aura que una obra de arte tiene para conmover.

Pieza Columna de colores, del artista michoacano, fallecido en 2007

Una característica en el proceso creativo de Feliciano Béjar es que su trabajo siempre tiene que ver con la disciplina, con su vocación creadora y, sobre todo, con su originalidad.

El artista –se informa al público– se formó en su propia escuela de vida, en sus continuos viajes; se enriquecía con conocimientos visuales que le permitían investigar y trabajaba las diferentes técnicas, muchas veces experimentando con los materiales que más le interesaban.

Artesano, obrero, artista, Feliciano no teme a los trabajos rudos; así, con sus manos, construye casas, teatro greco-romano de forma semicircular, un rancho donde conduce a la naturaleza y la transforma para su mejor desarrollo, con varios lagos para guardar el agua, jardines y una huerta.

En la muestra, el visitante se percatará de que el montaje de los tapices multicolores se revitaliza al reflejarse con las esculturas y produce un diálogo equilibrado, que permitirá observar las diferentes transparencias y ponerlas en movimiento al proyectarse un juego de divisiones geométricas que cambian conforme el ritmo del espectador ya sea moviendo gestualmente la mirada o caminando alrededor de las piezas.

La muestra Feliciano Béjar, explorador permanecerá hasta el 2 de septiembre en el Museo de la Luz, que se ubica en San Ildefonso 43, Centro Histórico.