Relaciones Internacionales
Martes 28 de mayo de 2013, p. 24
El lugar de África en el centro de la política exterior china se vio ilustrado en abril, cuando el nuevo presidente chino, Xi Jinping, eligió ese continente para su primera gira oficial internacional. La relación económica entre ambas regiones continúa desarrollándose a buen ritmo, con rápido crecimiento en el comercio y fuertes flujos de financiamiento chino a África. Aunque continúan las críticas al papel de China en el continente, la visita del presidente de Zambia, Michel Sata, al país asiático, también en abril, muestra que antiguos detractores se adaptan a la realidad de la presencia del gigante.
La boyante relación económica entre China y África es particularmente evidente en los datos de comercio del país asiático. Entre 2007 y 2012 el valor de las exportaciones anuales chinas al continente creció a más del doble, de 37 mil 300 a 85 mil 300 mdd. Sus importaciones africanas crecieron aún más rápido, de 36 mil 300 mdd en 2007 a 113 mil 200 en 2012. En consecuencia, África muestra ahora un considerable superávit comercial con el gigante asiático.
Las importaciones chinas están dominadas por el petróleo y algunos otros productos primarios. Cinco exportadores de energía –Argelia, Angola, Guinea Ecuatorial, Libia y Sudán– representaron 40.3% de las importaciones chinas de África en 2012, en tanto Sudáfrica (importante fuente de mineral de hierro) constituyó otro 39.4%. Un puñado de otros grandes exportadores de productos primarios, como Zambia, Congo (Brazzaville) y la República Democrática del Congo, proveen la mayor parte de las demás importaciones de China.
Las importaciones chinas provenientes de la mayoría de naciones africanas han crecido en forma impresionante en los cinco años pasados, con las notables excepciones de Gabón (donde cayeron de mil 100 mdd en 2007 a 618 mdd en 2012) y Sudán (debido a la independencia de Sudán del Sur en 2011). La historia ha tendido a diferenciarse entre los países que han tenido un crecimiento relativamente modesto de sus exportaciones a China, como Congo (Brazzaville) y Guinea Ecuatorial, y los que han logrado una expansión más explosiva en ventas, como Sudáfrica, que ha tenido un aumento en exportaciones de 6 mil 600 mdd en 2007 a 44 mil 600 en 2012. Algunos países, como Kenia, aún no aprovechan la demanda china en escala significativa.
Las exportaciones chinas a África tienen estrecha correlación con el tamaño de los mercados individuales del continente. En consecuencia, Sudáfrica sigue siendo el destino más importante (las exportaciones chinas a ese país alcanzaron 15 mil 300 mdd en 2012), en tanto Nigeria (9 mil 300 mdd) y Egipto (8 mil 200 mdd) son importantes. Además, países donde las compañías chinas de infraestructura están muy involucradas en construcción, como Angola, Argelia, Ghana, Marruecos y Tanzania, destacan en ese rubro, pues esas firmas tienden a importar mucho equipo de su país de origen.
La construcción de infraestructura forma el segundo elemento en importancia de la relación económica china con África. La inversión directa del país en la región aún es modesta, pero su importancia con respecto a la inversión es amplificada por su papel en la construcción contratista, a menudo financiada por fuentes chinas. El año pasado el entonces presidente Hu Jintao aprobó líneas de crédito por hasta 20 mil mdd a países africanos, que se enfocarán en apoyar el desarrollo de infraestructura, agricultura, sector manufacturero y pequeñas empresas (si bien los términos en que se otorgará el crédito no están claros).
Los vínculos financieros continúan profundizándose. Al tiempo que busca internacionalizar su divisa, el renminbi, China construye una red de tratados de intercambio con países de varias regiones, entre ellas África. En la reunión de los BRICS en Sudáfrica en abril, China y Sudáfrica anunciaron que el Banco de la Reserva de Sudáfrica (banco central) recibió autorización de invertir mil 500 mdd en el mercado de bonos de China, con lo cual añadiría por primera vez activos denominados en renminbis a su reserva de divisas duras. Luego que el estatal Banco de Desarrollo de China emitió bonos denominados en renminbis en 2012, algunas fuentes informaron que bonos hasta por 500 mdd podrían haber sido colocados en bancos centrales africanos, posiblemente incluidos los de Nigeria y Tanzania.
Nuevas áreas de interacción
A medida que se eleva el ingreso en China, el tradicional comercio de bienes del país se amplía para incluir servicios como el turismo. Si bien Kenia no exporta mucho en mercancías, Wei Jianguo, ex ministro chino de Comercio, declaró en abril que unos 60 mil chinos han visitado ese país en 2012. Los flujos de turismo tienen el potencial de aumentar en forma dramática en los próximos cinco años.
Otro campo interesante es el de la subcontratación. Conforme el ambiente de negocios en China se vuelve más costoso, sus firmas trasladan cada vez más operaciones manufactureras a localidades más baratas en el extranjero. China ha participado en la creación de zonas económicas especiales (ZEE) en varios países africanos, entre ellos Egipto, Etiopía, Mauricio, Nigeria y Zambia. Según el gobierno chino, en esas zonas se intenta reproducir la experiencia de crecimiento de China, en la cual cierto número de polos industriales orientados a la exportación atrajeron inversión foránea e impulsaron el crecimiento nacional. Las autoridades chinas y los gobiernos africanos esperan que las ZEE en África den lugar a nuevos nodos de crecimiento, creando un ambiente hacia el cual empresas chinas, africanas y de otros países puedan trasladarse y formar poco a poco conglomerados industriales. Cada zona se enfocará en unas cuantas industrias claves, sobre todo manufacturas y servicios, y sólo una se concentrará en procesamiento de minerales. Esto apoya el argumento de que el interés chino en África va más allá de la extracción de materias primas. Si bien la mayoría de las ZEE existentes aún no rinden fruto, sus promotores conservan la esperanza de que ganarán impulso en años por venir.
Críticos de alto nivel
Aunque los lazos económicos se profundizan, los resentimientos y críticas siguen ensombreciendo la relación. En marzo el gobernador del banco central de Nigeria, Lamido Sanusi, escribió un artículo en el Financial Times de Londres en el que sostuvo que la esencia de la relación bilateral es colonial, pues África vende materias primas y China embarca productos manufacturados. En minas de propiedad china en Zambia han estallado disturbios laborales; en febrero, el gobierno de ese país tomó el control de la mina Collum, que ha sido el centro de muchas de esas disputas. El mismo mes, el presidente de Botsuana, Ian Khama, advirtió que su gobierno se cuidaría de asignar nuevos proyectos de construcción a empresas chinas, luego de los retrasos habidos en un proyecto de plantas de energía. Repitió las frecuentes críticas de que los proyectos chinos son de calidad inferior, lo cual conduce a costos adicionales de mantenimiento y reparación. También se quejó de los altos niveles de inmigración china, pues, dijo, los trabajadores chinos amenazan con quitar empleos a ciudadanos locales.
Tales quejas son un rasgo frecuente de las relaciones sino-africanas. Sin embargo, la visita del presidente de Zambia, Michael Sata, a China en abril pasado muestra que la relación política madura por ambas partes. Sata y su partido, el Frente Patriótico, ganaron la elección de 2011 en Zambia adoptando como bandera los reclamos populares contra la extendida corrupción y el alto desempleo, la percepción de que la abundante riqueza mineral del país beneficia sobre todo a la élite política y a inversionistas extranjeros, y las deficientes condiciones de trabajo y normas de seguridad en las minas y fábricas de propiedad china.
Sin embargo, en agudo contraste con sus críticas a inversionistas chinos antes de llegar al poder, en septiembre de 2011, de entonces a la fecha el presidente ha puesto de su parte para procurar que los lazos entre ambas naciones permanezcan estables.
La disposición de China a recibir a Sata tan pronto después de la revocación de las licencias a la mina Collum ilustra que también ese gobierno está preparado a trabajar con sus detractores; en otros casos Pekín ha adoptado severas represalias económicas cuando sus intereses en el exterior se han visto amenazados. Si bien es improbable que el vaticinio de Wei de que el comercio sino-africano opacará al de China con la UE se materialice a corto plazo, la creciente maduración de la relación entre el gigante asiático y África sugiere que las perspectivas para el comercio y la inversión siguen siendo brillantes.
E. I. U.
Traducción: Jorge Anaya