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Steven Soderbergh lleva a Cannes la historia del ícono de Las Vegas

Interpretar a Liberace, un gran regalo después del cáncer: Michael Douglas

“Si Behind the Candelabra contribuye al debate de los matrimonios gay de manera constructiva, me alegraría”, reconoció el cineasta

Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Viernes 24 de mayo de 2013, p. 9

Cannes, 24 de mayo.

“Regresar a la actuación después de la pesadilla que viví, por mi cáncer, ha sido fundamental. Un gran regalo. No logro describir de otro modo la posibilidad que Steven Soderbergh me ha dado con el papel de Liberace en Behind the Candelabra. Estoy profundamente agradecido.” Michael Douglas se interrumpe, inclina la cabeza, la voz se entrecorta y lucha por retener las lágrimas. Se recompone, sin el temor de haberse mostrado tan vulnerable frente a centenares de periodistas que lo acogieron efusivamente, junto con Matt Damon, con un larguísimo aplauso. En la película, presentada el pasado martes en competencia en Cannes, Damon es Scott Thorson, su compañero sentimental. A diferencia de Liberace, que falleció por complicaciones de sida en 1987, Scott está hoy en prisión en Nueva York por problemas con cheques falsos.

Douglas recordó las palabras de Soderbergh durante el rodaje de Traffic: “Fue durante una secuencia en la que se hablaba sobre la dificultad para combatir la droga. De repente me miró fijamente y me dijo: ‘Interpretarías a Liberace?’ Una pregunta absurda, lo miré sin entender y no sabía que responder. Después de 13 años, Steven me lo volvió a proponer”.

Steven Soderbergh, quien en 1989, con su opera prima Sexo, mentiras y cintas de video recibió la Palma de Oro en Cannes, siempre ha demostrado un talento poco común. Tras alternar su carrera entre el cine de autor y el comercial, entre fracasos y éxitos, este insólito cineasta retorna a la Croisette con Behind the Candelabra, producida por la cadena HBO, cuyo estreno será en Estados Unidos en televisión por cable el 26 de mayo. Soderbergh utiliza al pianista y showman Liberace, figura con enorme popularidad en el mundo del espectáculo de Las Vegas y en la televisión, ícono del kitsch más ostentoso, homosexual en una época en la que los famosos no se atrevían a salir del clóset, para narrar su apasionada y destructiva relación amorosa de cinco años con un hombre mucho más joven que él, de otro nivel social, para quien era tutor, amante, padre o amigo, de acuerdo a sus variados estados anímicos.

“No quería hacer un biopic clásico, pero tampoco lograba encontrar un buen punto de referencia narrativo. No quería el retrato de un payaso extravagante. Liberace era un pianista virtuoso, agudo, inteligente, carismático, venerado por la audiencia.

HBO creyó en el proyecto

Cuando se publicó el libro de memorias de Thorson, su compañero sentimental, encontré la clave. Luego surgieron los problemas de financiamiento. Los grandes estudios temían que fuera un filme destinado sólo a público gay y no cubriera la inversión. Por suerte, HBO creyó en el proyecto”, explicó el cineasta. “Aunque no vivo en Hollywood, sé que ahora se invierte sólo en producciones millonarias para el mercado mundial, pero nadie se arriesga por un filme como este, de bajo presupuesto, rodado en 33 días, durante los cuales Matt y yo pasamos más tiempo sentados en la silla de maquillaje que en el set”, acoto Douglas, ya sonriente.

Behind the Candelabra se estrena mientras en muchos países se debate sobre la legalidad del matrimonio gay. Es coincidencia, pero me alegraría si el filme contribuyera a esta discusión de manera constructiva, dijo Soderbergh. En Estados Unidos las cosas están cambiando. En 13 estados el matrimonio gay es legal. Hay un episodio significativo en la película: cuando apareció en los periódicos la noticia de la relación homosexual entre él y Scott, Liberace estaba aterrorizado, temía que su público lo insultara. En cambio, la acogida y los aplausos fueron más cálidos de lo usual. Quiere decir que a la gente no le importa la sexualidad de un artista, es mucho más abierta que las leyes, agregó Douglas. Si ambos hubieran podido expresar su amor abiertamente, su vida hubiese sido diversa. Scott no hubiera padecido tanto por la necesidad de esconderse para evitar rumores, afirmó Damon. Sobre las escenas en la cama con Douglas, dijo que no sintió vergüenza. Quizás me hubiese sentido más incómodo con Sharon Stone, bromeó el actor.

El nombre de Liberace hoy no nos dice mucho. Pero en los años 60 y 70 era uno de los más grandes protagonistas del escenario musical estadunidense y uno de los mejor pagados de la historia. Entraba en escena con un candelabro de Bohemia sobre su lujoso pianoforte de cola, ataviado de pieles llamativas. Hacía enloquecer a las mujeres de media edad, tan fascinadas con sus excesos y su increíble habilidad artística, que no se percataban de su homosexualidad. Nací en 1970, pero mi abuela era una excelente pianista. La recuerdo siempre pegada a la televisión, hechizada con sus conciertos, explicó Damon. Douglas recordó, en cambio, su “casa en California, en Palm Springs. A poca distancia circulaba un Rolls Royce descapotable. Veía que mi padre conversaba con frecuencia con él. Era Liberace, con su look siempre cuidado al extremo; es el precursor de los excesos de Elton John y Lady Gaga”.