Leipzig, 22 de mayo.

Una colorida escultura de Richard Wagner (1813-1883), con la vestimenta propia de su tiempo y casi en tamaño real; una gran sombra de más de cuatro metros a su espalda, se inauguró en pleno centro histórico de Leipzig, la ciudad natal del compositor.

El primer monumento público erigido al genio alemán de la música coincidió con su bicentenario y así celebró la ciudad por todo lo alto a un hijo ilustre a quien durante décadas pareció querer olvidar.

El creador de la obra, el artista Stephan Balkenhol, no quiso hacer una obra colosal ni presentar una figura heroica en pleno centro de Leipzig, ciudad que ha tardado décadas en rendir homenaje a Wagner, uno de los más influyentes músicos, pero también polémicos.

Representan El ocaso de los dioses

Wagner encarna como pocos artistas nuestra propia historia rota, subrayó el ministro alemán de Defensa, Thomas de Maizière, en uno de los actos centrales de esta jornada festiva.

No fue uno de los que se quedaron, pero aquí tiene sus raíces, agregó Burkhard Jungl, el alcalde de Leipzig.

Durante muchos años, esta localidad sajona clave en la historia de la música no supo cómo manejar su relación con Richard Wagner, principalmente por su antisemitismo.

Hoy, sin embargo, la ciudad se muestra orgullosa de tenerlo entre sus hijos.

Richard es de Leipzig es uno de los lemas con los que la localidad vecina de Dresde busca atraer turistas.

La jornada, que incluyó numerosas actividades, culminó con la representación de la ópera El ocaso de los dioses, en el Auditorium Maximum del Nuevo Augusteum de la Universidad de Leipzig.

Esta noche el renombrado Christian Thielemann dirigirá un concierto extraordinario en esa ciudad bávara en la que cada verano tiene lugar el prestigioso festival wagneriano.