tra vez el sector más conservador en el Partido Republicano ha desplegado toda su capacidad de agresividad para criticar al gobierno del presidente Barack Obama. Bengasi, IRS y Ap son los tres pretextos para continuar con su labor de zapa iniciada hace cinco años.
En el primero de ellos, el ataque a la embajada de Estados Unidos en Bengasi, que costó la vida del embajador estadunidense en Libia, se ha demostrado que era difícil prever el ataque. Además, debido a problemas logísticos, no fue posible auxiliar a la embajada a tiempo. No sería remoto que en el fondo sea una excusa para cerrarle el paso a la presidencia a la ex secretaria de Estado Hillary Clinton.
El asunto del IRS, la agencia responsable de recaudar los impuestos, es la secuela de la decisión de la Suprema Corte de abrir las compuertas al financiamiento privado a las campañas políticas. A partir de tal decisión se multiplicaron las solicitudes de exenciones de impuestos, pero no los recursos para desahogarlas ni los criterios para definir correctamente la forma en que se debería clasificar a las organizaciones que las solicitaban. Cierto es que la mayoría de las solicitudes que se han revisado provienen de grupos ligados al sector conservador del Partido Republicano, Tea Party, pero también han sido objeto de revisión organizaciones de corte liberal vinculadas a los demócratas. En la administración del presidente George W. Bush recibieron un trato similar algunas organizaciones afines a los demócratas. La protesta no creció, ya que con su proverbial idea de la decencia política
los demócratas no hicieron gran escándalo.
Por último, está el asunto de la Associated Press (Ap). Sin aviso alguno, el Departamento de Justicia revisó la relación de llamadas telefónicas de los periodistas de la Ap, violando así la libertad de prensa. La revisión se justificó por razones de seguridad nacional. Los conservadores que ahora acusan parecen olvidar que también en la administración del presidente George W. Bush se persiguió a varios periodistas por negarse a revelar la fuente de sus informaciones. La periodista Miller del New York Times incluso pagó con cárcel por haber tomado esa decisión.
Estos hechos pudieran tener otra consecuencia realmente seria. Los republicanos se niegan a negociar un acuerdo para aprobar el presupuesto de este año por lo que el gasto del gobierno se ha tenido que reducir sensiblemente. El resultado es que los sectores más desprotegidos de la sociedad, ya empezaron a resentir los efectos de ese impasse. Esta andanada de acusaciones pudiera tender una cortina de humo sobre la urgencia de aprobar el presupuesto y también de distraer la atención de cuestiones tan importantes como la recuperación económica y la disminución del desempleo. También pudiera dar pie a los opositores de la reforma migratoria a ponerle cortapisas y alargar su discusión y aprobación. Los republicanos no pudieron derrotar en las urnas a Obama, ahora se han propuesto litigar para hacerlo.