En la próxima década, México reportará un incremento de casos de hepatitis C, debido a que antes de 1990 no existían controles de seguridad en transfusiones de sangre, afirmó José de Jesús Serrano, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), quien agregó que los tatuajes, el uso de piercings, el intercambio de jeringas entre drogadictos y la transmisión materno-fetal son factores que agravan el contagio de esta enfermedad viral, no sólo en el país sino en todo el mundo.

La hepatitis es una inflamación del hígado, aguda o crónica, que ocurre por diferentes agentes, entre ellos los virus, el alcohol y algunas drogas. Un producto del hígado, la bilis, puede obstruir sus conductos, lo que produce ictericia (color amarillo en la piel), uno de los síntomas en las personas con esta enfermedad.

En la actualidad, indicó, en todo el mundo hay 300 millones de infectados con el virus de la hepatitis tipo B y 150 millones con el tipo C. Un millón de ellos muere a consecuencia de la enfermedad como el cáncer hepatocelular.

Especificó que en México hay un incremento en los casos de hepatitis C, ya que antes de 1990 no se tenían controles de seguridad en las transfusiones de sangre, por lo que a casi tres décadas (tiempo en que se desarrolla la enfermedad), las complicaciones graves como cirrosis o cáncer empiezan a hacerse notar.

En un estudio que se realizó hace unos años en el Hospital General, en el Distrito Federal en pacientes con riesgo de contraer hepatitis C, 13 mil 240 tenían tatuajes y perforaciones; 4 mil 670 indicaron haber tenido más de una decena de parejas sexuales; 3 mil 148 recibieron transfusiones sanguíneas antes de 1992; 3 mil 592 padecían enfermedades de transmisión sexual, y mil 516 declararon que consumían cocaína.

En el Día Mundial de la Hepatitis, el científico del departamento de Biología Celular del Cinvestav explicó que lo preocupante de la hepatitis C es que aunque los pacientes pueden tener acceso a medicamentos retrovirales e inhibidores, no existe una vacuna o tratamiento eficaz para combatirla, además de que 85 por ciento prosiguen a la etapa crónica y cirrosis; no obstante, sólo 5 por ciento de los enfermos desarrolla cáncer hepatocelular, la cual constituye entre 80 y 90 por ciento de los tumores malignos primarios en el órgano.

Serrano Luna dijo también que en el caso de la hepatitis B, sucede lo contrario, ya que 85 de los adultos que contraen el virus se curan sin emplear medicamentos, gracias a su propio sistema inmunológico, mientras el resto prosigue a la etapa crónica, la cual puede ser controlada con fármacos, por lo que es más riesgoso ser portador del virus C.

Entre los síntomas de la hepatitis aguda están: cansancio, dolor hepático e ictericia, los cuales se presentan pocos días después de haber contraído la infección. En tanto, los signos de las complicaciones de las hepatitis, como cirrosis hepática y cáncer hepatocelular, aparecen después de dos o tres décadas.

Especificó que aunque hay pacientes que cursan hepatitis de forma asintomática son minoría, por lo que aconsejó practicarse un examen de sangre para detectar el ADN o el ARN viral y diagnosticar si se tiene el virus.

Asimismo, el especialista afirmó que a escala mundial los científicos investigan diferentes formas de prevención –tanto en la creación de vacunas, como de curación– con el desarrollo de nuevos fármacos, retrovirales o inhibidores de la inflamación del hígado, para que el paciente tenga una mejor calidad de vida.

En el Cinvestav estudiamos los agentes carcinogénicos, cómo proceden en todas sus etapas, desde la inflamación del hígado, la aparición de la cirrosis, qué células del hígado se van alterando en este proceso de degeneración y por qué terminan en tumores, para sentar las bases para la creación de futuros fármacos.

Agregó que los enfermos de hepatitis deben saber qué clase de virus padecen, cómo lo contrajeron, acudir al médico y seguir un tratamiento puntualmente, pues aunque el paciente se sienta bien y no presente síntomas, el virus puede cobrar factura más adelante.