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Estoy impresionado por la reacción, dijo el sicomago chileno

Cannes ovaciona autobiografía poética de Alejandro Jodorowsky
 
Periódico La Jornada
Domingo 19 de mayo de 2013, p. 9

Cannes, 18 de mayo.

Un público completamente entregrado y en pie ovacionó hoy en Cannes a Alejandro Jodorowsky. Bravo, bravo se podía escuchar tras el estreno de La danza de la realidad”, película sobre su infancia que marca el regreso al cine del artista chileno.

Ya sea porque aplaudían al cineasta o a la reverenciada figura que para muchos es el autor de varios libros e inventor de la sicomagia, que cuenta con numerosos adeptos, Jodorowsky (Chile, 1929) se sentía emocionado. Lo delataba una enorme sonrisa de felicidad. Estoy impresionado por la reacción, dijo antes de que una joven se subiera al escenario para fundirse en un abrazo con él.

La película se rodó en secreto, contó el cineasta, que guardó celosamente el proyecto hasta su estreno hoy en la Quincena de Realizadores, sección paralela dentro del festival de cine francés.

La danza de la realidad se centra en la infancia de Jodorowsky en el norte de Chile. Su Tocopilla natal, donde sus padres (judíos ucranianos), regenteaban una tienda, es una de las pocas cosas reales en esta película, que el propio director ha definido como una bomba sicológica Lloré mucho, contó al público el director, que en la película convierte su infancia en una especie de fábula, aderezada con poesía, sicomagia, activismo político y mucha fantasía.

Una reconciliación

En el fondo me reconcilié con mi padre, que era muy duro, explicó el cineasta, cuya madre quería ser cantante de ópera y en la película sólo habla cantando, como si de en vez de recitar un texto entonara un aria.

En la cinta su padre es un ferviente y estricto comunista que se marcha de Tocopilla para matar al dictador que gobierna Chile y su madre una mujer religiosa que apoya con sus poderes especiales a su hijo, discriminado por su religión y su aspecto. El propio director aparece en la cinta siempre en conexión con el niño.

Realicé a mi padre como ser humano y también realicé a mi madre como cantante de ópera, agregó Jodorowsky, quien hace más de 20 años que no se colocaba detrás de una cámara, aunque está considerado como un director de culto (El topo, 1970).

Jodorowsky aprovechó además la ocasión para denunciar el nulo apoyo que recibió de las autoridades chilenas en este proyecto.

Es un filme chileno, sí, pero no representa la industria chilena, porque no nos han ayudado. La película es un 50 por ciento francesa, un 25 por ciento mexicana, un 12.5 por ciento de Javier Guerrero, que es medio japonés, y 12.5 por ciento yo: ¿y quién soy yo? Tengo pasaporte francés y chileno y mi cinematografía es mexicana. Yo soy franco-mexicano-chileno. Esto es el futuro, porque en realidad todos somos habitantes de la Tierra. No represento a ningún país, sino al alma humana, explicó el director, cuyas palabras fueron recibidas con otro caluroso aplauso.