Una posibilidad mínima, para no perder la calma, es lo que mantiene al Santos con la esperanza de una remontada que pinta de heroica ante La Máquina, este domingo en el estadio Azul.

El técnico Pedro Caixinha no expresa demasiado entusiasmo, pero sus palabras parecen convencerse de lo contrario: que los Guerreros cuentan con el temple para anotar cuatro goles y no recibir ninguno en cancha ajena. Déjenos intentarlo, pide, como si tratara de convencer sobre una hazaña. En el trascurso de estos días hemos visto remontadas históricas y ocurren cuando nadie las espera; eso no tiene que ver con el estado de ánimo, sino con lo inesperado.

Por esa figura que él apuesta para este día no es fundamentalmente futbolística, no en el sentido de replantear técnica y táctica, sino en la disposición y la fe ciega en que ningún resultado es imposible de conseguir.

Yo soy una persona perseverante y lo único que no puedo perder es la esperanza; cuando no dejas que eso se vaya, a lo mejor se puede lograr y con esos 90 minutos que nos quedan podemos pensar que todavía estamos vivos, dice Caixinha con la mejor de las intenciones.

La idea que ha compartido con el equipo –explica– es que no tienen nada que perder, y aunque la postura parece poco ambiciosa, asegura que partir de este punto les permite acariciar una posibilidad para cambiar su realidad.

Lo que deja claro es que ninguna circunstancia adversa hará que este domingo el Santos se vea como un conjunto sin propuestas. No importa si de nuevo carecen de una presencia clave, como la de Oribe Peralta, porque lo que hizo falta en el Territorio Santos Modelo fue otra cosa.

“Lo que pasó en Torreón fue que hicimos un mal partido, y eso no tiene que ver con la ausencia de Oribe y del Chato, simplemente no jugamos bien”, concluye el portugués.