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Ver día anteriorJueves 16 de mayo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El Plan Nacional de Desarrollo
E

l gobierno difunde actualmente las tareas que realiza para elaborar el Plan Nacional de Desarrollo (PND) del periodo 2013-2018. Surgido en los años 70 del siglo pasado, el PND se propuso en un principio regular la actividad económica y social de tal manera que el país pudiese sortear y superar las crisis y problemas que por entonces confrontaba, derivadas del cambio del llamado Modelo de Desarrollo Estabilizador hacia uno distinto, y que atendiera las condiciones cambiantes y peligrosas por las que se atravesaba.

La elaboración del PND ha sido sexenal, correspondiente a cada nuevo gobierno federal y cada vez que se iniciaban los trabajos para su confección se llamaba a las fuerzas importantes de la sociedad para que emitieran su opinión respecto de las características del plan en turno. Con el PND resultante, el gobierno informaba sobre el camino que seguiría en cada renglón que considerara vitalmente importante.

En los dos sexenios del Partido Acción Nacional (PAN), de 2000 a 2012, también se elaboraron los PND respectivos, con la diferencia de que no les dieron la difusión masiva que sí habían tenido estos planes en gobiernos anteriores bajo el dominio del PRI. Debido a su casi nula difusión, no es aventurado decir que el PND casi desapareció para la sociedad.

Los gobiernos del PAN minimizaron la intervención del Estado en la economía y dejaron en manos de las fuerzas libres del mercado las determinaciones a futuro, entrando a una improvisación mayúscula en la tarea de gobernar, pero hoy se ve que eso fue sólo una manera de halagar y someterse a los grandes capitales y empresas privadas, esto es, al mercado libre.

Con el proyecto para elaborar el PND 2013-2018 el país no está ante un cambio de modelo económico y social que revierta las bases de la apropiación de la riqueza, de su concentración brutal en pocas manos, ni de una radicalmente más justa distribución. Todo parece indicar que será un esquema de reordenamiento económico y social, que se parece mucho a un intento gatopardista, según el cual todo debe cambiar para seguir siempre igual con algunas variantes. Las opiniones de los empresarios sí han sido recogidas para este PND, pero no hay registros de que la misma intensidad haya sido empleada para invitar a los sectores populares ni a la clase trabajadora para que aporten su opinión.

Esto es evidentemente notorio en el caso de los sindicatos, a los cuales se les sigue tratando con el mismo desprecio que en el pasado panista, que abundó, además, en persecuciones políticas contra diversos sectores sindicales. Esto a pesar de lo que dijo el presidente Enrique Peña Nieto el 9 de mayo durante el último Foro de Consulta Ciudadana para la Elaboración del PND, denominado México próspero. Las grandes políticas económicas deben reflejarse en los bolsillos de los mexicanos y en la calidad de vida de los hogares del país. En ello habremos de trabajar.

Las preguntas son ¿cómo mejorar el bienestar de la población con un modelo que mantiene bajos los salarios y que incluso retroceden en términos reales? ¿Cómo estimular la demanda cuando hay un poder adquisitivo en disminución constante, con su efecto negativo sobre un mercado deprimido? Y todo para favorecer la competitividad de las empresas, como si aun necesitaran más apoyo. Es decir, en su diseño un plan basado en un modelo equivocado lleva intrínsecamente sus contradicciones, su freno y su autodestrucción. Por el contrario, Brasil, China, Corea e India, entre otras naciones, siguieron una estrategia totalmente diferente y han logrado revertir esa tendencia marcada hacia la crisis.

El propósito del presidente no puede ser mejor, pero no se capta que el sector sindical haya recibido una invitación tan enfática como sí ha ocurrido con la clase empresarial, para opinar directamente sobre el rumbo económico y social del país en este sexenio. Y en las expresiones de algunos altos funcionarios, tampoco priva tal intención. Tal es el caso del secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, para quien vivimos en el mejor de los mundos posibles. Afirmó el viernes 10 de mayo en otra mesa de análisis sobre el PND: hay una inobjetable paz laboral en el país, con el registro de sólo 23 huelgas en la actualidad. Y abundó: México tiene décadas de paz laboral; algunos conflictos vienen desde el sexenio del presidente Salinas, los cuales no involucran a más de mil trabajadores, y eso en palabras llanas y simples se llama paz laboral. Agregó que el diálogo y el equilibrio entre los factores de la producción seguirán teniendo la mayor prioridad para la gobernabilidad del país, condición para la atracción de inversiones”. Traducida a la realidad, esa afirmación significa salarios más bajos, incluso por debajo de los de China hoy, y una mayor explotación para que la concentración del ingreso sea cada vez mayor.

La sugerencia al señor Navarrete Prida es que antes de apasionarse por la atracción de capitales, recuente una y otra vez a los trabajadores que mantienen huelgas y no minimice la importancia de las que dice existentes, o de los conflictos en los que fueron simplemente despedidos decenas de miles de trabajadores o sus sindicatos agredidos y políticamente perseguidos, como los electricistas, los pilotos aviadores, los de la industria automotriz, los maestros, los campesinos y de manera muy marcada el Sindicato Minero, a pesar de que es el tercer sector más importante de la economía de México, y de la entrada de divisas al país.

Tal parece que al actual titular de la Secretaría del Trabajo le ha prendido el virus del antisindicalismo, propio de los anteriores gobiernos panistas, por su misma negativa al diálogo, pero que Enrique Peña Nieto no tiene por qué ni para qué tomar como herencia. Y la sugerencia se extiende a que en todos los casos de conflicto real con trabajadores, el funcionario honre su afirmación de que hay diálogo y equilibrio entre los factores de la producción, pues hasta ahora no se ha visto que haya tal diálogo ni tal equilibrio, eso sí, muchos privilegios.