Opinión
Ver día anteriorSábado 11 de mayo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y Sociedad

Las madres

E

s derecho de niños y niñas tener madres felices, porque de ello depende mucho su destino, su hechura como humanos, su capacidad vital y su fortaleza moral. Lamentablemente, hay muchos obstáculos para la felicidad de las madres.

A las madres feministas –definidas como aquellas que quieren conciliar la realización profesional con la maternidad– les falta tiempo para sus hijos. Las madres cálidas, con su rebozo marsupial, carecen de techo y dinero. Falta a las madres muy jóvenes conciencia y compromiso, y a las trabajadoras no les alcanza el dinero el tiempo ni el amor.

En los países en donde el desarrollo humano es eje de la economía y la cultura –saben que sin él no hay ningún otro desarrollo que valga– se protege e invierte en las mujeres y en los niños como poblaciones clave: capital humano de primera importancia.

Por eso es bueno releer la deliciosa entrevista que hizo la revista Elle a André Malraux cuando era ministro de Cultura de Francia: “La transmisión de valores supremos de la humanidad se realizará mientras las mujeres tengan tiempo (…) Una egipcia de la época faraónica y una mujer de hace 50 años tendrían preocupaciones comunes; porque hace 5 mil años que la civilización olvida hacer un lugar para las mujeres. Pero una joven de hoy y la misma egipcia no podrían entablar un diálogo. La sicología de las mujeres ha cambiado más que en muchos siglos. La de los hombres también, pero las mujeres han escapado más al condicionamiento impuesto por la sociedad (...) Tal vez sea verdad que las mujeres son más capaces de ser marxistas, en eso que el marxismo tiene de irremplazable: su manera de ubicarse en relación al mundo en una circunstancia dada, y querer sacar la mejor parte sin perder el tiempo en discusiones bizantinas (…) Las cortes de amor son un momento privilegiado de la vida de las mujeres y a los momentos felices de las mujeres corresponden las sonrisas de la civilización. Allí donde aparece la mujer, llega la humanidad. Por ello me tranquiliza ver a las mujeres llevando a sus niños a ver un fabuloso tesoro, soñar y enternecerse frente a un joven muerto de Egipto, como en tiempos de Tutankamón”.

La mayoría de las madres mexicanas estaríamos dispuestas a cambiar homenajes por apoyos: guarderías de calidad, oportunidades laborales y educativas, tiempo libre y respeto a nuestras decisiones.

Donald Winnicott, el famoso pediatra y sicoanalista inglés, escribió que una mujer con un niño de dos años está en cierto modo discapacitada, por lo menos en el contexto de la familia capitalista neoliberal, que hace de la maternidad una experiencia de gran soledad.