Contrastes
ntes de participar en una rueda de prensa y sin darse cuenta de que los micrófonos estaban encendidos, el presidente de Uruguay, José Mujica, dijo lo siguiente de la mandataria argentina Cristina Fernández: Esta vieja es peor que el tuerto. El tuerto era más político. Ésta es terca
en referencia al finado ex presidente Nestor Kirschner, esposo de Cristina. Esa opinión ocupó varios días la atención de los medios. Mujica se disculpó después muy diplomáticamente y la cosa no pasó a mayores. O por lo menos así lo consideran los políticos e internacionalistas de ambos países.
Pero el presidente uruguayo da de qué hablar por muchos otros motivos. Por ejemplo, por su sencillez, almorzando en restaurantes carentes de lujo en compañía de su esposa, la senadora Lucía Topolansky. Y cuando puede, de su perra Manuela. O disfrutando sus vacaciones como el resto de sus conciudadanos. La pareja suele recorrer de incógnito, y sin escoltas, diferentes lugares del país, dialoga con los transeúntes, escucha sus problemas.
Con razón algunos medios de comunicación llaman a Mujica el presidente más pobre del mundo
. Vive en una granja de la periferia de Montevideo, donde cultiva flores y hortalizas y maneja su tractor, para pensar mejor en contacto con la naturaleza
. Mujica tiene 77 años y fue un guerrillero que se opuso a la dictadura que asoló su país de 1973 a 1985. Estuvo preso 14 años, algunos en duras condiciones carcelarias. Su fortuna asciende a poco más de 200 mil dólares. Su sueldo como presidente suma 12 mil dólares mensuales, de los cuales 90 por ciento lo dona a su partido, la coalición de izquierda Frente Amplio, y al Plan Juntos, ideado por él para la construcción de viviendas sociales.
Nada que ver con lo que ganan algunos funcionarios de por ejemplo, Brasil, que tienen sueldos y prestaciones más elevadas que la presidenta Dilma Rousseff, el presidente de la Suprema Corte de Justicia o el alcalde de Sao Paulo. Estos salarios elevadísimos indignan a la ciudadana y especialmente a la burocracia menor que gana sueldos mínimos, apenas para subsistir. Entre ellos los maestros y policías. Todo esto se sabe gracias a una ley que permite conocer lo que gana cada funcionario público. Y divulgarlo. También se sabe que la burocracia creció la década reciente 30 por ciento. Hoy suma casi 10 millones de empleados.
En México los altos funcionarios, los ministros de la Suprema Corte de Justicia, los gobernadores, directivos de las paraestatales, legisladores, ganan más y tienen más prebendas que sus pares de Europa o Estados Unidos. Y nada asegura que su trabajo sea tan productivo y útil para el país, para los ciudadanos. En cambio, esos altos salarios y prestaciones aumentan el patrimonio de un selecto grupo de afortunados.