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El sociólogo explora la crisis de la modernidad en su nuevo libro Carnaval/Hambre

La escasez es el resultado y no el horizonte de la humanidad: Bartra

Quienes buscan transformar el mundo se rigen por la lógica del mercado, el costo-beneficio, deplora

Llama la atención sobre el lado carnavalesco y simbólico de los movimientos sociales

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Armando Bartra durante la entrevista con La JornadaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Martes 7 de mayo de 2013, p. 4

Que la humanidad siga funcionado bajo una lógica de mercado, de costo-beneficio, no es lo más preocupante, según Armando Bartra. Lo más grave, afirma, es que quienes buscan transformar al mundo se conduzcan bajo esos mismos principios.

Ese es uno de los temas que el reconocido sociólogo e investigador mexicano de origen español (Barcelona, 1941) trata en su más reciente libro, Carnaval/ Hambre, coeditado por MC Editores y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), de la que el autor es catedrático.

Se trata de un libro-objeto transgresor por su contenido, diseño, iconografía y encuadernación. Incluso puede leerse de atrás hacia adelante o de forma convencional.

Consta de dos entradas en las que abarca aspectos que remiten a la crisis de la modernidad. El primero es el hambre, entendida como la insuficiencia alimentaria que padece el mundo contemporáneo.

El segundo está englobado en el concepto de carnaval y en él se reflexiona sobre la idea de lo grotesco como forma subversiva ante el orden dominante e indicio de que la utopía es posible.

Mil millones en la hambruna

Trato de abordar la crisis de la modernidad desde dos ángulos: uno es el mundo externo, el mundo objetivo, el mundo material, y allí sería el concepto de hambre, la crisis alimentaria. Y el otro es la perspectiva más interna, más subjetiva, más espiritual, más de nuestros sentimientos y pensamientos, que es el concepto de carnaval, explica Armando Bartra en entrevista.

Según el especialista, la modernidad ha fallado en su promesa de atender aspectos tan básicos como procurar la alimentación de quienes habitamos el planeta.

El hambre es quizá la expresión más dramática de la crisis que afecta el mundo objetivo. La escasez es el resultado de la humanidad y no el horizonte de la humanidad, y la falta de alimentos es la más dramática expresión de la crisis, porque pone en riesgo nuestra supervivencia biológica, agrega.

Nos vendieron una idea falsa de que la humanidad nunca más iba a enfrentar hambrunas, las cuales provienen de la Edad Media, y en el arranque del tercer milenio tenemos mil millones de personas que padecen hambre.

Respecto del apartado del libro dedicado al carnaval, sostiene que otra de las grandes mentiras de la modernidad es la idea de que el pensamiento racional nos define como sujetos y que si actuamos conforme a ello encontraremos la solución a todos nuestros problemas.

Esto traducido a términos de todos los días, significa que la manera correcta, efectiva, humana de comportarse es el cálculo de costos y beneficios. Cualquier cosa que se haga hay que concebirla como una inversión y debe medirse en función de los resultados obtenidos, apunta.

Esta lógica de mercado impregna mucho más profundamente de lo que creemos nuestra vida cotidiana, social e incluso política. Pensamos en términos instrumentales, lo que hacemos, lo que decimos, lo que queremos, lo que impulsamos son medios para alcanzar ciertos fines e incluso para sobrevivir.

Lo más preocupante de esta manera de pensar y proceder, refrenda Bartra, es no sólo que se utiliza para vivir en el mundo, sino para intentar transformarlo, construir la utopía, hacer la revolución.

Si analizamos bien la política opositora, utópica, altermundista, también están impregnadas por el pensamiento de costo-beneficio, el pensamiento instrumental.

Por ello, dice, resulta impostergable comenzar a pensar de otra manera, porque de no hacerlo el mundo seguirá atrapado en las redes de la modernidad.

Destaca cómo algunos de los más recientes movimientos sociales en el mundo se encuentran en ese proceso de cambio de paradigma y con ello están renovando no sólo el modo de hacer política, las formas de ésta, que es importante, sino también su sentido.

Entre esos movimientos menciona el de los estudiantes chilenos, Los Pingüinos, los jóvenes mexicanos agrupados como #YoSoy132 y los ocupas de España y de Wall Street.

Bartra resalta la trascendencia de dejar de ver los movimientos sociales desde la lógica de mercado y considerar que sólo son exitosos si cumplen los fines expresos que los convoca y mueve.

Esos movimientos significan mucho más que los objetivos inmediatos que se proponen, y esto es su lado carnavalesco, festivo, celebratorio y simbólico. Justo sobre ello es lo que trato de llamar la atención en este libro, indica.

Claro que obtener respuesta y solución a nuestras demandas es muy importante, pero también hay que comenzar a pensar que nuestras acciones colectivas o individuales, que los movimientos en los que participamos, que la política que hacemos tiene que ser en sí misma o por sí misma no sólo un medio para alcanzar un fin, sino un modo de ser diferentes, una manera de cambiar el mundo, de vivir distinto.

Esos movimientos, asevera, deben ser asumidos en sí mismos como experiencia liberadora.

Quien participó en ellos no tiene que preguntarse únicamente si obtuvo lo que se quería. Eso no es todo, sino que el movimiento, la participación colectiva, la convergencia de diversos que por un rato estuvieron unidos e hicieron, rieron, cantaron, protestaron, bailaron, los hizo distintos en lo individual, añade.

Eso (carnavalizar) les reveló que la vida y las relaciones humanas pueden ser de otra manera, que el mundo no es inevitablemente oscuro, fatal y hostil, sino que podemos cambiarlo y vivirlo de manera distinta.

Bartra recalca que la importancia de todo movimiento social estriba en que, por lo menos, contribuye a cambiar la vida de sus participantes aunque, objetivamente, no haya cambiado el sistema político, la realidad económica ni haya alcanzado objetivos particulares.