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Alta política y tejido fino, prioridades ante el Vaticano

Aumentar el diálogo y la promoción, otros objetivos

Con Europa en crisis, un nuevo Papa latinoamericano y representando a un gobierno priísta en sus albores como telón de fondo, el diplomático partirá del país el jueves próximo. Al menos cinco temas, explica, serán impulsados por la nueva representación

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Se buscará aprovechar los enormes acervos de los archivos vaticanos, afirma Palacios AlcocerFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de mayo de 2013, p. 8

Mariano Palacios Alcocer no puede ocultar su entusiasmo. Su reincorporación al servicio exterior como representante de México ante el Vaticano y el desafío que implica defender los intereses del país ante una de las diplomacias más profesionales y entrenadas del mundo lo han tenido ocupado desde antes de que el gobierno recibiera, el pasado 28 de febrero –horas antes de que Benedicto XVI hiciera efectiva su renuncia al pontificado–, el beneplácito de Roma para esa embajada.

Sabe que allá su labor será distinta a la de prácticamente todos los embajadores de México que ocupan las diversas legaciones en el extranjero. A diferencia de ellos, su desempeño no podrá medirse a partir del intercambio comercial o del número de visitas de connacionales al Vaticano, sino de la alta política, del tejido fino en uno de los estados más pequeños del mundo, con apenas 44 hectáreas de territorio, pero que cuenta con un poderoso enclave de representación en prácticamente 180 países, sólo detrás del de Estados Unidos.

La coyuntura es importante. Hoy, Europa está en una condición en la que los grandes diseños del modelo de integración, en más de un aspecto, están haciendo crisis. El espacio político de la península itálica, que tuvo elecciones en febrero y apenas está integrando gobierno, y el cambio de pontífice de la Iglesia católica en marzo pasado. Todo ello nos permite entender que vamos a un escenario de altísimo calibre político, de altísima intensidad política, explica Palacios Alcocer en entrevista con La Jornada.

–¿Cuál será el acento en este encargo?

–Hay varias cosas que convendría intensificar. En materia de representación del Estado mexicano y su jefe de gobierno, mantener el diálogo político, la comunicación fluida y propiciar el intercambio de visitas de más alto nivel entre ambos países. En materia de promoción, destacar la riqueza del patrimonio cultural de México, dado que no será una relación en la que se puedan desarrollar consistentemente cuestiones de naturaleza económica o de otro tipo de elementos de medición de la eficacia de los vínculos.

“En materia educativa, aprovechar los enormes acervos que se encuentran en los archivos vaticanos, que pueden ser explorados, aspectos importantes de la historia de nuestro país desde esa perspectiva o de rescate de documentos que puedan ser ilustrativos para entender mejor algunas etapas de la historia de México.

“Hay una participación importante de mexicanos formándose en una docena de universidades en Roma, con quienes buscaríamos establecer una relación más estrecha, sin perder de vista que de esos cuadros, seguramente, surgirán representantes y jerarcas de las distintas diócesis en los próximos años, por lo que se refiere a la Iglesia católica en México, y a la formación de cuadros que servirán seguramente en el episcopado.

–¿Cómo mantener el equilibrio en esa relación?

–Es un vínculo eminentemete político, en el cual debe haber claridad respecto de la naturaleza conceptual de la representación de un Estado laico ante un Estado confesional. Entender que para ellos hay aspectos que representan valores dogmáticos y canónicos de observancia universal, y para nosotros que hay una naturaleza de respeto a la libertad religiosa. En ese conocimiento de estados tan diferentes, a la diplomacia le corresponderá un tejido fino, con absoluto respeto a las posiciones de la Iglesia, pero con respeto a las posiciones de un Estado laico como el nuestro.

Creo que la delicadeza del trabajo en la relación con Roma jamás será suficiente, independientemente de la experiencia que se pueda tener. Ha habido personas de la estatura de Agustín Téllez Cruces y Enrique Olivares Santana. Todos han sido hombres de la política, nadie había tenido una representación diplomática previa. Yo tuve ese privilegio.

–¿Qué lo entusiasma?

–La posibilidad de trabajar sirviendo al país en el inicio del gobierno del presidente Enrique Peña y el comienzo del pontificado del papa Francisco. El contexto de que es el primer pontífice latinoamericano, el primero no europeo, que es miembro de la orden de los jesuitas y que ha hecho planteamientos de vinculación con una Iglesia cercana a los pobres, de eliminación de aspectos formales del boato y del oropel que, en ocasiones, eran sumamente fastuosos. Eso nos permite tratar de servir al país con mayor eficacia.

Para mí, es una oportunidad de volver al servicio exterior. De 1995 a 1997 representé a México en Portugal. Esta experiencia se acumula a trabajos públicos en lo nacional, desde el ámbito municipal y estatal hasta internacional. Por eso le decía que tengo una visión integral de la política y del servicio exterior, desde modestos cargos municipales hasta representación internacional.

–¿Cómo hacer coincidir los intereses de ambos estados?

–En la agenda binacional hay asuntos de interés común, como los temas migratorios. Ha sido por conducto de jerarcas de la Iglesia católica en Estados Unidos como se ha podido lograr un trabajo de defensa a los derechos humanos y laborales de los migrantes mexicanos. Hay que descubrir los nichos de interés común en las agendas bilateral y multilateral.

Los aspectos de promoción de la paz, defensa de los derechos humanos, desarme, agenda para el desarrollo, defensa del medio ambiente, en la aplicación del derecho internacional. Todos son aspectos en los que México y el Vaticano tienen coincidencias. Roma tiene presencia activa en todos los organismos multilaterales, en la Organización de Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, y aunque tiene carácter de observador, posee influencia definitiva en el sentido de la votación que puede lograse sobre los temas que interesan a los mexicanos. En fin, este tipo de cosas de la alta política multilateral, en la cual las relaciones bilaterales pueden aportar aspectos de interés recíproco.

Mariano Palacios Alcocer pudo elegir otro destino en el actual gobierno, pero optó por una embajada que no tendrá los reflectores de aquellas cuya eficacia se contabilizará en el aspecto económico o las inversiones. Partirá a Roma este jueves para entrar en un ambiente donde la historia de la cultura occidental, de la política occidental y de los grandes acuerdos occidentales, se han dado. Roma, la gran ciudad del derecho y de la cultura política.